Pataditas del feto, qué indican como se sienten
Tu hijo da pataditas todos los días. Otra cosa es que tú te percates de ello. Si quieres saber con qué frecuencia se suelen sentir las pataditas, qué indican sobre su estado y si tienen algo que ver con su futuro carácter, aquí tienes las respuestas.
El bebé se mueve!
¿Qué ha sido eso? La primera vez es solo un tierno cosquilleo y al asombro inicial le sigue pronto la certidumbre: "¡Mi bebé se mueve!". Para toda futura madre, sentir al bebé por primera vez es un momento increíble, porque de pronto experimenta de forma totalmente directa que en su vientre vive y crece un pequeño ser.
Los movimientos fetales son un indicativo de su bienestar. Como dice nuestro asesor, el Dr. Brescó, "si ves a un niño sentado en el banco del parque, sin jugar, es que algo le pasa. Y lo mismo ocurre con el bebé en tu vientre".
Así que, es bueno que le sientas moverse todos los días, aunque también te preguntarás qué significa esa batería de golpes que te da a veces, o si es normal que sus patadas y codazos sean tan fuertes que te duelan, o si el hecho de que se mueva mucho ahora puede indicar que después va a ser un niño muy nervioso.
¿Cuándo sentiré las pataditas de mi bebé?
Lo más probable es que no empieces a sentir los movimientos de tu bebé hasta que estés entre las semanas 16 y 22 del embarazo, aunque tu pequeño ya se ha estado moviendo desde la séptima u octava semana. Es posible que lo hayas visto hacer sus volteretas antes de que empieces a sentirlas si te han hecho un ultrasonido (ecografía).
Las mamás veteranas suelen percibir con mayor facilidad los movimientos tempranos y suaves que las mamás primerizas. Esto se debe a que las mujeres que ya han tenido otros embarazos son capaces de distinguir mejor entre estas sutiles pataditas y otros movimientos intestinales, como los que son provocados por los gases.
Tu estructura física también puede afectar tu habilidad para distinguir entre un codazo de tu pequeñín y las quejas de tu hambriento estómago. Las mujeres más delgadas suelen sentir los movimientos del bebé más temprano y más a menudo que las más gorditas.
¿Con qué frecuencia debo sentirlas?
Es difícil determinarlo, ya que depende de muchos factores. Los especialistas hablan de una media de 10 veces, pero si la madre ya se ha habituado a sentirlas, a veces no repara en ellas. Eso sí, “como mínimo la madre tiene que notar una patada diaria”, dice nuestro asesor. El hecho de notarlas depende, sobre todo, de la atención que le prestes. “No es lo mismo que la madre se pase todo el día en un sofá esperando sentirlas, que si se desentiende porque va muy ajetreada”, explica el doctor. No olvides que tu hijo, salvo en las fases en que está dormido, siempre se está moviendo dentro del útero.
Al principio, las pataditas serán pocas y espaciadas. Es posible que notes varios movimientos un día y ninguno al día siguiente. Aunque el bebé se mueve y patea con regularidad, muchos de sus saltitos y sacudidas no los podrás sentir aún. Más adelante, en el segundo trimestre del embarazo, estos movimientos serán más intensos y regulares, y te darán la certeza de que todo marcha bien.
Si caes en la tentación de comparar tus sensaciones y las de otras embarazadas, no te asustes si no sientes lo mismo que tus amigas. Cada bebé es diferente en su modo de moverse, y no hay un patrón de movimiento ideal. Lo importante es que su nivel de actividad no cambie demasiado, con eso sabrás que lo más probable es que todo vaya bien
¿Mi estado de ánimo influye en sus patadas?
Varios estudios científicos establecen esta relación. Se ha comprobado que cuando la madre está enfadada, nerviosa o alterada, o si recibe una fuerte impresión o un disgusto, el feto comienza a agitarse y a dar patadas con mayor intensidad, debido a que la adrenalina que ella está generando le llega a través del cordón umbilical y actúa en él como un estimulante.
¿Al final aumentarán su intensidad?
No, todo lo contrario. “Las pataditas a los 5 o 6 meses son más enérgicas, porque el espacio que tiene el feto para darlas es mayor y el resultado es un golpe más seco y más brusco. En cambio, conforme el bebé va creciendo, las paredes del útero le envuelven y en vez de golpes secos son movimientos suaves, que tratan de empujar”, explica el doctor Pere Brescó.
¿Se distingue una patada de un codazo?
Algunas madres dicen que sí, pero esto se trata más bien una deducción que una certeza. “Saben más o menos en qué posición está el feto en su barriga y pueden interpretar si se trata del pie o la mano, o si es la rodilla o el codo”, afirma Pere Brescó.
¿Es normal que las patadas duelan?
Aunque no es lo habitual, los golpes bruscos de tu hijo te pueden llegar a molestar bastante, sobre todo si los recibes en las costillas o en el cuello del útero. “Cada madre va buscando la posición hasta que el niño deja de molestar”, dice el ginecólogo. En general, las mujeres delgadas tienden a notarlas más “porque su tejido adiposo es más fino”, aclara nuestro asesor.
Si se mueve mucho, ¿es porque va a ser nervioso?
Que tu hijo dé más o menos patadas (o que tú las notes) no indica que después vaya a ser más tranquilo o más nervioso. “La madre sólo siente algunos de sus movimientos, no todos, y éstos nunca están relacionados con el futuro carácter del bebé”, advierte el doctor Brescó. Lo único que indica esa batería de patadones es que el niño está sano. Y que, tal vez, algún día acabará siendo tan bueno
Pataditas del feto, cuándo se sienten más
Seguramente las sentirás más por la noche, porque tú estarás más atenta a sus movimientos y porque el niño se mueve más cuando tú descansas. Si algún día no las sientes, relájate y prueba estos trucos para provocar sus movimientos.
Los movimientos del bebé suelen ser más intensos cuando tú descansas tumbada en la cama o recostada en el sofá. En cambio suelen disminuir cuando estás en movimiento: tu vaivén lo mece y le adormece.
Por otra parte, los fetos suelen ser más activos entre las 10 de la noche y la 1 de la madrugada, que es el periodo en el que el nivel de azúcar en sangre está cambiando en el organismo materno.
Además, si cuando te tumbas el cuerpo de tu hijo queda alojado sobre tu columna, se sentirá muy incómodo y “protestará” para que cambies de postura. Por todas estas razones, lo habitual es que percibas más las pataditas por la noche.
¿Y si algún día no he notado ninguna patadita?
De entrada, es muy importante que te relajes. Es posible que no hayas notado sus patadas porque has estado demasiado ocupada
y poco atenta a sus movimientos. Y que en este momento concreto no se mueva porque está durmiendo.
Lo normal es que le sientas moverse una decena de veces al día, pero no es algo exacto. Y habrá días en los que ni te fijarás.
Puedes estimular su movimiento para quedarte más tranquila si te preocupa su inactividad. Hay un sinfín de métodos para conseguirlo: cántale, ponle música, acaricia tu vientre, come algo dulce háblale, sílbale con dulzura o cambia tu posición. Estos estímulos externos le harán prestar atención y puede que te lo agradezca con una patadita. (Por cierto: si tiene hipo, tranquila, es normal.)
En todo caso, si han pasado más de 24 horas sin que percibas ningún movimiento debes acudir a tu toco ginecólogo para que descarte la existencia de un trastorno de crecimiento, una disminución del líquido amniótico, un funcionamiento incorrecto de la placenta u otros problemas que, afortunadamente, se dan en muy pocos casos. Sea como sea, una exploración médica te sacará de
dudas y, como lo más probable es que confirme que todo va bien, te dejará mucho más tranquila.
Pataditas del feto, cómo se sienten
Sentir por primera vez que el bebé se mueve es algo mágico. Respondemos a tus dudas sobre esta sensación tan especial del embarazo y te contamos qué indican las pataditas fetales.
Tu hijo se mueve en tu interior desde mucho antes de que tú seas consciente de ello. Como ser vivo que es, no ha estado quieto desde que era una simple célula.
Sin embargo, hay un día en que tú lo notas por primera vez. Es un momento mágico.
A partir de entonces sus pataditas te indicarán que está bien y sigue creciendo y reafirmarán vuestro lazo emocional.
¿Desde cuándo da pataditas el feto?
Desde que brotan los brazos y las piernas (semana 8), pero no lo notarás hasta que éstos crezcan y tengan fuerza. Para que tú las sientas tendrá que mover las paredes del útero, que a su vez están en contacto con la pared abdominal.
¿Cuándo se empiezan a notar?
Si ya has tenido algún embarazo, puede que hacia la semana 20. Si no, hacia la semana 24. “Las primíparas lo notan más tarde porque el útero y la pared abdominal no han tenido la extensión del primer embarazo”, explica el doctor Pere Brescó, jefe del servicio de Ginecología y Obstetricia del Hospital de Igualada, en Barcelona. Eso sí, a partir de esa primera vez las notarás a diario.
¿Son como gases o un dolor abdominal?
Si es tu primer embarazo, tal vez te cueste diferenciar muy al principio entre un movimiento fetal y uno intestinal. “Pero una cosa es un dolor abdominal y otra, una patada. Eso la madre lo distingue perfectamente”, asegura categórico el doctor Brescó. La mayoría de las embarazadas describen esa primera sensación como una mariposa aleteando o un pez nadando en su interior.
¿Por qué indican que todo va bien?
Que el feto dé patadas es un excelente termómetro de su salud y bienestar. El doctor Brescó lo ilustra con un acertado símil: “Si ves a un niño sentado en el banco de un parque sin jugar, lo mejor es que lo lleves al médico porque algo le pasa. Si, en cambio, juega y corre, es que está estupendo”. Lo mismo ocurre en tu vientre: si el feto da patadas y volteretas y empuja las paredes del útero a menudo, es que todo va bien. Si no se mueve, si no “juega” ahí dentro, es que algo sucede.
¿Por qué refuerzan el vínculo con el bebé?
Porque estas pataditas te permiten sentir de una forma muy real que se trata de un ser vivo, que es un bebé que está creciendo dentro de ti, no una parte de tu cuerpo. “Notarlas se convierte en algo muy importante para la madre porque es la primera relación que tiene con la criatura”, recalca nuestro asesor.
Y para el padre, ¿Qué representan?
Las pataditas no sólo despiertan el amor materno por el bebé que va a nacer. También el padre, incluso el más duro, ve aflorar un inesperado instinto paternal al tocar el vientre de la madre y notar esos movimientos fetales. Y lo mismo ocurre con los hermanos.
Debo anotar los movimientos del bebé?Una vez que empieces a sentir las pataditas del bebé con regularidad, fíjate en su frecuencia y avisa inmediatamente a tu doctor si notas una menor cantidad de movimientos. Una reducción en la actividad del bebé podría indicar algún problema, y es posible que el doctor solicite una prueba sin estrés o un perfil biofísico además de un ultrasonido para medir el nivel de líquido amniótico para verificar el bienestar de tu pequeño.
En el tercer trimestre del embarazo algunos doctores recomiendan que todos los días, en un momento dado, cuentes los movimientos del bebé. Hay muchas formas diferentes de anotar esta cantidad y lo mejor es que le pidas instrucciones específicas a tu doctor.
Aquí tienes una de las maneras más comunes de hacerlo: Elige una hora del día en la que sabes que tu bebé suele estar muy activo (lo ideal es que sea la misma hora todos los días). Siéntate cómodamente o acuéstate de costado en un lugar tranquilo para que no te distraigas. Anota el tiempo que tardas en sentir diez movimientos, que pueden ser pataditas, espasmos, sacudidas, volteos o cualquier otra clase de movimiento concreto. Si no sientes por lo menos diez movimientos en un periodo de dos horas, deja de contar y llama a tu doctor o partera.
En caso de embarazos múltiples los movimientos son mayores y con frecuencia las embarazadas los perciben antes. Es normal que siempre se note más a un bebé que a otro y que la madre sepa cuál de sus bebés se está moviendo y cuál está quieto. Cuando se mueven a la vez los bebés los movimientos pueden llegar a ser muy dolorosos e incluso pueden producir contracciones de la pared uterina, ya que ésta esta formada por fibras musculares. En estos casos es recomendable que la gestante pare la actividad que está realizando y se siente o se tumbe hasta que cese el dolor.
La fuerte inclinación de la madre a cuidar y proteger a su hijo tiene una explicación biológica. Con el embarazo, el cerebro de la mujer cambia, en su estructura y funciones, para responder a los pedidos básicos que recibe del feto. Esta unión, afectiva y emocional, se refuerza aún más con el parto y la lactancia. El conocido como vínculo de apego forma parte del proceso biológico natural de la maternidad: Una nueva vida se abre camino y su madre se prepara para recibirla.
En la mujer embarazada se producen cambios sustanciales en el cerebro. Las hormonas producidas en la gestación configuran el que se puede llamar “cerebro materno”. Un proceso que comienza con el embrión en el útero, intercambiando células y comunicándose con los tejidos de la madre, y que continúa a lo largo de todo el embarazo.
Estos cambios de cerebro y cuerpo reducen el estrés en la mujer al impedir la liberación de la hormona cortisol, a la vez que sintetizan y aumentar la síntesis de la oxitocina, la hormona de la confianza. En una situación de estrés, las neuronas cerebrales del hipotálamo generan el factor que induce a liberar cortisol a la sangre, pero en las embarazadas no es así. Entre el segundo y el cuarto mes, se produce entre 10 y 100 veces más de progesterona (hormona sexual femenina), que reduce la respuesta al estrés. El menor nivel de cortisol favorece un mejor desarrollo del feto.
A partir del quinto mes, cuando la madre ya siente los movimientos del feto, aumenta la secreción del neurotransmisor de oxitocina que estaba almacenado en el cerebro. Esta hormona tiene receptores en diversas áreas del cerebro y las desarrolla permitiendo una capacidad especial para conocer las necesidades del bebé -lo que le pasa- y la sabiduría natural para gestionar lo que demanda.
Madre e hijo unidos en cerebro y corazón
El análisis por neuroimagen de las emociones que la madre siente ante los estímulos de ver fotografías o vídeos del hijo o escuchar su risa y su llanto pone de manifiesto cómo es ese vínculo natural emocional y afectivo que se ha generado en ella por el embarazo.
Por otro lado, el parto y la lactancia por el contacto físico con el bebé suponen la liberación de oxitocina almacenada y un nuevo refuerzo del vínculo de apego. Esta vuelta a la normalidad neuroendocrina exige una adaptación que conlleva cierto riesgo de fluctuaciones anímicas y que en los casos más graves puede llegar a la depresión posparto.
Unión afectiva con los padres
El cerebro humano goza de una gran plasticidad: Todas nuestras experiencias, emociones, la actividad física, hábitos intelectuales… dejan huella en el cerebro. Reconocer en una fotografía a su hijo de pocos meses genera en la mujer un estado emocional placentero que no se lo produce la visión de imágenes de otros niños, incluso conocidos. Las técnicas de neuroimagen registran la activación del llamado cerebro social: se activan las áreas del sistema cognitivo-afectivo de recompensa y se silencian las implicadas en el juicio negativo.
Por este motivo, y aunque con matices, también se genera un vínculo afectivo natural en los padres biológicos y adoptivos, así como en las personas que tienen un contacto íntimo y diario con un niño.
A través de la neuroimagen se constata que la experiencia de la maternidad y la paternidad provoca cambios funcionales en el cerebro. Padre y madre responden con más intensidad al llanto que a la risa del hijo, mientras que sucede a la inversa en quienes no tienen la experiencia de la paternidad. La influencia de la paternidad en el cerebro facilita el cuidado al reconocer mejor las necesidades que el niño reclama llorando. Podemos decir que lo que se genera por la experiencia de la paternidad es
igual en ambos -padre y madre-, y lo propio de la madre es lo que le aporta de forma natural el embarazo, el parto y la lactancia. Todo este desarrollo de los vínculos afectivo-emocionales constituye un entramado neurobiológico específicamente humano
El fuerte vínculo entre madre e hijo
Es una relación que produce seguridad, conocimiento, sosiego, consuelo, agrado y placer.
Ese vínculo afectivo inicialmente se establece de manera instintiva, luego se va desarrollando y fortaleciendo a lo largo de la vida a base de intercambios comunicativos entre los padres con sus hijos, o entre las personas en general.
Cómo se establece esa unión entre madre e hijo
Hablando en concreto del intercambio tan gratificante que se da en la maternidad, éste se establece antes de que el niño nazca, es incluso desde el momento en que la mujer se entera de que está embarazada porque a partir de ahí cambia su percepción de ella misma, ya no se ve como una sólo persona pues dentro hay un nuevo ser que se esta formando.
Esta comunicación tan fundamental es por medio de los movimientos del feto y las emocionantes pataditas; por su parte la madre le da pequeñas palmaditas al vientre, le habla a su hijo, le canta, piensa en él, se imagina como será y con quien tendrá parecido. Todas estas conductas, muchas inconscientes, son comunicativas y hacen que ambos se vayan conociendo.
Al nacer
Ese encuentro que se va preparando durante nueve meses se intensifica al momento del nacimiento, lo que es compresible puesto que su madre lo ve por primera vez. Conforme madre e hijo entran en contacto se inicia una comunicación que puede perdurar a lo largo de la vida.
Los estudiosos en el tema indican que existen cinco sistemas que fortalecen ese vínculo entre madre e hijo, tales son: la sonrisa, el mamar, la mirada mutua, el llorar y el contacto físico.
Al principio esos estímulos que son sólo de uno después se harán mutuos; la madre sonreirá al bebé y poco a poco él también le sonreirá; cuando balbucee ella le platicará; conforme pase el tiempo la madre podrá interpretar el llanto del niño: por hambre, por dolor, por sueño.
Cómo se fortalece
Con el tiempo, observación y mucha paciencia por parte de la madre, logrará entender los mensajes que su bebé le dará a través de su comportamiento, logrando una buena comunicación.
Brazelton, pediatra estadounidense experto en neonatos describe tres tipos de respuestas de los bebés ante los estímulos que les llegan del exterior, éstas son: respuesta de aproximación, respuesta de estrés y respuesta de autorregulación.
Un ejemplo de respuesta de aproximación es cuando el niño sonríe, la expresión brillante en los ojos, el contacto ocular y la tranquilidad, son comportamientos que indican que el bebé está sereno, receptivo y disfrutando del momento.
En cambio cuando el niño esta llorando, cierra los puños, gira la cabeza, arquea el cuerpo y sus ojos parpadean continuamente puede deberse a cansancio, por lo que la madre actuará en consecuencia.
Ante un exceso o falta de estimulación el bebé se lleva las manos a la boca, succiona rápidamente el chupete o agarra las manos, con ello trata de regular su conducta para alcanzar un equilibrio en su organismo.
Duración
Si bien este vínculo puede ser permanente, es mucho más fuerte e importante durante el primer año de vida, y más o menos alrededor de los seis meses la madre debe mostrarse flexibles de tal manera que el niño se vaya percibiendo como alguien aparte, lo que significa un paso esencial hacia su independencia en un mundo donde se siente querido, comprendido y apoyado.
¿Por qué es tan importante este vínculo?
Los sistemas cerebrales que nos permiten formar y mantener relaciones no sólo con nuestros seres queridos se desarrollan durante la infancia.
Los vínculos que se formen en los primeros años de vida y niñez temprana, ayudarán a desarrollar en una persona aspectos como la empatía, el afecto, el deseo de compartir, la tolerancia y la capacidad de amar y ser amado.
La calidad del vínculo que el niño logre establecer con sus padres y especialmente con su madre desde que es un bebé, incluso antes de nacer, es primordial para su salud física y emocional futura
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