Si tu hijo te sigue a todas partes, no te pierde de vista ni un segundo y quiere que le mimes y que le cojas en brazos a menudo, no lo dudes: tiene "mamitis".
Cuando el pequeño se encuentra en esta fase, que generalmente se manifiesta alrededor de los trece meses, encontrar un poco de tiempo para ti misma resulta casi imposible. No es extraño que, coincidiendo con esta fase, rechace la presencia de los abuelos o del canguro.
Este comportamiento contribuye a hacer nacer en ti sentimientos de culpa (totalmente injustificados), que te pueden hacer pensar que estás aplicando un método educativo inadecuado.
Mamitis: ¿Qué es?
La "mamitis" se debe a la ansiedad por la separación, y es una fase normal del desarrollo que va disminuyendo gradualmente, a medida que el niño crece. En este período, el pequeño desea estar siempre con su madre y siente angustia si ella se aleja: se siente inseguro, asustado, triste y a veces enfadado.
El llanto, los gritos y, en ocasiones, los caprichos son sus maneras de manifestar sus emociones, y su nivel de "mamitis" muestra su adaptabilidad a los cambios. Este comportamiento no aparece de golpe ni desaparece de un día para otro. Además, se manifiesta a causa de una suma de factores. Se atenúa cuando, con el paso del tiempo, estos elementos pierden importancia:
• Dependencia de la madre. A esta edad, la madre representa la seguridad en los momentos difíciles, cuando el pequeño está cansado o cuando experimenta una frustración (una caída o el descubrimiento de que un objeto está fuera de su alcance).
• Miedo a las novedades. Cuando tiene un año, la madre forma parte del ambiente que le rodea y, cuando ella no está, se siente perdido. Si no la ve en la cocina a la hora de comer, u otra persona le da de comer, por ejemplo, aflora su inseguridad.
• Falta de noción del tiempo. El niño no es capaz de percibir el paso del tiempo y, por lo tanto, no comprende que el alejamiento de su mamá es una situación momentánea
Para sentirse seguro, necesita amor, confort y comprensión continuamente. Para atenuar la "mamitis", puedes actuar así:
1. Paciencia y dulzura. Es importante que el niño no perciba ninguna expresión de rabia o de exasperación por tu parte, ya que esto provocaría el efecto contrario: todavía se sentiría más inseguro, lo que contribuiría a aumentar su dependencia.
2. Ofrécele ocasiones de independencia. Dale la ocasión de vivir pequeñas experiencias en primera persona, sin sentirse asfixiado o completamente dependiente para cualquier acción.
3. Despídete siempre de él. Cuando salgas o te alejes, háblale siempre afectuosamente y explícale cuándo volverás. Aunque no te entienda perfectamente, tu tono firme y tranquilo le calmará.
4. Déjale con alguien a quien conozca. La "mamitis" será más leve si le dejas con su papá, sus hermanos, los abuelos o un canguro al que ya haya cogido cariño. El ambiente también es importante: es mejor que se quede en casa (donde se siente seguro) que en un ambiente nuevo.
5. Aléjate gradualmente. Aumenta poco a poco los momentos de separación y su frecuencia. En poco tiempo se habituará a tus salidas y sabrá esperar tu regreso. Siguiendo estos consejos, el pequeño adquirirá cada vez más confianza en sí mismo, lo que le permitirá estar sin ti.
El vinculo de apego no debe entenderse como una relación demasiado proteccionista por parte de la madre hacia el bebé, sino como la construcción de una relación afectiva en la que la atención y los cuidados de la madre en las primeras etapas (el niño se siente atendido en sus necesidades), va a propiciar la paulatina adquisición, desde una plataforma emocional adecuada, de los diferentes aprendizajes y, por tanto, de los primeras conductas autónomas.
Si bien el niño quizás tardará unos meses en desarrollar el apego hacia la figura principal, el vinculo emocional de la madre hacia el bebé se desarrolla rápidamente teniendo lugar en los momentos posteriores al parto.
El apego puede formarse con una o varias personas, pero siempre con un grupo reducido. La existencia de varias figuras de apego es, en general, la mejor profilaxis de un adecuado desarrollo afectivo dado que el ambiente de adaptación del niño es el clan familiar y no la relación dual madre-hijo.
Cuando el pequeño se encuentra en esta fase, que generalmente se manifiesta alrededor de los trece meses, encontrar un poco de tiempo para ti misma resulta casi imposible. No es extraño que, coincidiendo con esta fase, rechace la presencia de los abuelos o del canguro.
Este comportamiento contribuye a hacer nacer en ti sentimientos de culpa (totalmente injustificados), que te pueden hacer pensar que estás aplicando un método educativo inadecuado.
Mamitis: ¿Qué es?
La "mamitis" se debe a la ansiedad por la separación, y es una fase normal del desarrollo que va disminuyendo gradualmente, a medida que el niño crece. En este período, el pequeño desea estar siempre con su madre y siente angustia si ella se aleja: se siente inseguro, asustado, triste y a veces enfadado.
El llanto, los gritos y, en ocasiones, los caprichos son sus maneras de manifestar sus emociones, y su nivel de "mamitis" muestra su adaptabilidad a los cambios. Este comportamiento no aparece de golpe ni desaparece de un día para otro. Además, se manifiesta a causa de una suma de factores. Se atenúa cuando, con el paso del tiempo, estos elementos pierden importancia:
• Dependencia de la madre. A esta edad, la madre representa la seguridad en los momentos difíciles, cuando el pequeño está cansado o cuando experimenta una frustración (una caída o el descubrimiento de que un objeto está fuera de su alcance).
• Miedo a las novedades. Cuando tiene un año, la madre forma parte del ambiente que le rodea y, cuando ella no está, se siente perdido. Si no la ve en la cocina a la hora de comer, u otra persona le da de comer, por ejemplo, aflora su inseguridad.
• Falta de noción del tiempo. El niño no es capaz de percibir el paso del tiempo y, por lo tanto, no comprende que el alejamiento de su mamá es una situación momentánea
Para atenuar la "mamitis" es imprescindible potenciar la independencia del niño. La independencia del niño nace de la seguridad, que no se puede forzar, sino que se adquiere de forma gradual.
Para sentirse seguro, necesita amor, confort y comprensión continuamente. Para atenuar la "mamitis", puedes actuar así:
2. Ofrécele ocasiones de independencia. Dale la ocasión de vivir pequeñas experiencias en primera persona, sin sentirse asfixiado o completamente dependiente para cualquier acción.
3. Despídete siempre de él. Cuando salgas o te alejes, háblale siempre afectuosamente y explícale cuándo volverás. Aunque no te entienda perfectamente, tu tono firme y tranquilo le calmará.
4. Déjale con alguien a quien conozca. La "mamitis" será más leve si le dejas con su papá, sus hermanos, los abuelos o un canguro al que ya haya cogido cariño. El ambiente también es importante: es mejor que se quede en casa (donde se siente seguro) que en un ambiente nuevo.
5. Aléjate gradualmente. Aumenta poco a poco los momentos de separación y su frecuencia. En poco tiempo se habituará a tus salidas y sabrá esperar tu regreso. Siguiendo estos consejos, el pequeño adquirirá cada vez más confianza en sí mismo, lo que le permitirá estar sin ti.
La mamitis está asociada a la dependencia que desarrolla un niño por su mamá, se manifiesta alrededor de los 13 meses y es superado con el tiempo mientras los padres cambien ciertas conductas asociadas a la crianza
Te sugerimos no caer en la culpa, pues aquellos sentimientos albergados en tu pequeño niño (tristeza, ansiedad, enojo) solo son momentáneos
Como la seguridad del niño está puesta en ti, intenta animarlo a ser menos dependiente. Si se cae sin lastimarse, pídele que se levante y luego dale un abrazo. Mientras crece no será necesario tenerte para alcanzar ciertos objetos, anímalo desde el primer año a intentarlo por si mismo
La inseguridad del niño se manifiesta cuando siempre eres tú quien está para socorrerlo. Acércalo a otros familiares como los abuelos o amigos cercanos, así el pequeño compartirá con otras personas y disminuirá su atención sobre ti
Si a los 13 meses tu niñito se siente inseguro cuando te ausentas, pero mientras se desarrolla aprenderá que aquella separación no dura una eternidad.
Si bien tradicionalmente la figura con la que se establece el vinculo de apego más fuerte ha sido con la madre, hoy en día asistimos a una acentuación de la implicación del padre en los cuidados de la primera infancia.
Motivos de horarios laborales, número de hijos, recursos económicos, etc; hacen frecuente la necesidad de una corresponsabilidad por parte ambos progenitores en las labores de atención al bebé. Aún aceptando esta realidad, no hay que perder de vista que desde un punto de vista biológico y evolutivo, es la madre la que está en disposición de efectuar una relación especialmente fuerte con el hijo. La importancia del buen establecimiento del vínculo de apego, ya en las primeras etapas, va tener unas consecuencias concretas en el desarrollo evolutivo del niño. Podemos afirmar con rotundidad que dedicar tiempo al bebé, en una interacción de cuidado y atención, por parte de las figuras de apego, es la mejor inversión para garantizar la estabilidad emocional del niño en su desarrollo.El vinculo de apego no debe entenderse como una relación demasiado proteccionista por parte de la madre hacia el bebé, sino como la construcción de una relación afectiva en la que la atención y los cuidados de la madre en las primeras etapas (el niño se siente atendido en sus necesidades), va a propiciar la paulatina adquisición, desde una plataforma emocional adecuada, de los diferentes aprendizajes y, por tanto, de los primeras conductas autónomas.
Si bien el niño quizás tardará unos meses en desarrollar el apego hacia la figura principal, el vinculo emocional de la madre hacia el bebé se desarrolla rápidamente teniendo lugar en los momentos posteriores al parto.
El apego puede formarse con una o varias personas, pero siempre con un grupo reducido. La existencia de varias figuras de apego es, en general, la mejor profilaxis de un adecuado desarrollo afectivo dado que el ambiente de adaptación del niño es el clan familiar y no la relación dual madre-hijo.
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