lunes, 26 de mayo de 2014

el vientre materno

El embarazo es una etapa maravillosa que la mayoría de mujeres experimenta en algún momento de su vida. sobre el hermoso privilegio de ser madre.
el vientre materno un embrión de pocas semanas se encuentra en el interior del útero de su madre es todo un milagro de Dios el crear una vida. alrededor de la 8a semana el saco vitelino pierde sus funciones, el cordón umbilical empezara a alimentarlo con nutrientes tomados del cuerpo materno atreves de la placenta mientras todo esto sucede, el flota tranquilamente en el útero de su madre a la 16a semana de gestación ya casi todos sus órganos están desarrollados los ojos aun están cerrados pero sus manos y pies comienzan a moverse aunque su madre casi no lo percibe todavía. gracia a la ecografía el futuro bebe se muestra al completar las 24 semanas de sus órganos solamente los pulmones no están completamente formados por eso mismo si naciese en ese momento tendría grandes posibilidades de sobrevivir en esta etapa, ya mueve sus brazos y sus piernas, guiña los ojos, chupa sus dedos, e inclusive tiene sus primeros accesos de hipo, esta cada vez mas consiente del espacio que lo rodea, como todos los fetos pasa la mayor parte del tiempo dormido y, cuando duerme nada consigue despertarlo llega incluso a soñar ya completo nueve meses y eta listo para nacer, en 40 semanas, lo que era una simiente se transformo en un ser humano, le milagro de la formación de la vida humana en el interior del cuerpo materno, en pocos días los pulmones y la placenta se encargaran de dar la señal de que a llegado la hora del parto, y el bebe duerme tranquilo en el vientre de su madre no sabe que dentro de poco abandonara la placidez de su "casa" Una madre le transmite sus emociones al bebé desde que concibe hasta el periodo de lactancia         



El vientre materno, nuestro primer hogar


Cuando medimos el tiempo de vida de una persona tomamos como referencia el día de su nacimiento. Sin embargo, existimos como ser independiente desde el mismo momento de la concepción. Esta forma de contabilizar nuestra edad tiene como fondo la idea de que, durante los más o menos nueve meses que dura un embarazo, el bebé intrauterino es una especie de tumor benigno que va creciendo dentro de la madre y que finalmente será expulsado con mayor o menor esfuerzo. Y esto, que a muchos de nosotros nos puede parecer increíble, sigue siendo aún hoy en día aceptado, considerando la gestación y el nacimiento más como una enfermedad que como la más maravillosa de las experiencias, sin tener para nada en cuenta las necesidades emocionales de madre y bebé y mucho menos lo que representan en el futuro de las personas.

El bebé intrauterino, a los 3 / 4 meses, tiene todos sus órganos formados, a la espera de su crecimiento y acabado posterior, y a los 6 / 7 meses puede sobrevivir si nace prematuramente. Es un ser en proceso de formación a todos los niveles. En el nivel fisiológico, todos tenemos claro que en el fantástico e increíble proceso de multiplicación celular –que convertirá dos células iniciales (óvulo y espermatozoide) en un complejísimo cuerpo, tanto a nivel material, como mental, emocional y espiritual– cualquier pequeña desviación en ese proceso, tendrá consecuencias en el cuerpo futuro del bebé, más o menos graves según sea ese fallo. Pues de la misma manera sucede con su proceso de desarrollo psicoemocional, que se inicia desde el mismo momento de la concepción. Y hablar de desarrollo psicoemocional es hablar de que el bebé intrauterino es capaz de percibir, procesar, almacenar y dar respuesta a la información que recibe.

Canales de percepción del bebé intrauterino
¿Por qué canales recibe información el bebé intrauterino? Podemos plantear tres canales de percepción:
Los inherentes a los órganos de percepción que se van desarrollando a lo largo de la gestación: oído, tacto, gusto, olfato.

A través de la sangre materna que el bebé recibe mediante el cordón umbilical, que contiene sustancias como neurotransmisores u hormonas, que producen en el bebé las mismas reacciones que en la madre. Por ejemplo una de las hormonas del estrés, la adrenalina, que en la madre produce aumento del ritmo cardíaco, de la presión arterial, tensión, ansiedad, etc. produce exactamente lo mismo en el bebé. O por el contrario las endorfinas, que en la madre producen tranquilidad, bienestar, paz, etc. y que actuarán de la misma manera en el bebé.

El más sutil de los canales, el que permite que el bebé perciba lo que piensa, lo que siente su madre, es el canal denominado “Percepción Extrasensorial”, porque está fuera de los canales de percepción que otorgan los órganos de los sentidos o la fisiología. También podríamos llamarlo, desde la visión de las diferentes energías que conforman el cuerpo humano, “Percepción Energética” ya que es capaz de percibir las energías de pensamientos y sentimientos.


La evolución de la percepción
Una vez vistos estos canales de información, que otorgan al bebé intrauterino unas grandes e innegables capacidades perceptivas, podemos preguntarnos ¿cómo procesa esa información, de qué color es el cristal con que filtra toda esa información, haciéndola suya, qué siente?

Desde la concepción hasta los, más o menos, dos años después del nacimiento, la percepción podríamos calificarla de “puramente” emocional y es, a partir de esa edad –época preverbal– donde el niño empieza (¡Ojo! empieza) el desarrollo de sus capacidades de percepción racional. Es evidente que no es lo mismo hablar de un bebé de tres meses, que de un año, que de dos, de tres, de cuatro, etc. La diferencia está precisamente en la evolución de sus capacidades perceptivas y de sus experiencias vitales (aprendizaje), incluidas las de la gestación y nacimiento.

La Percepción Emocional –subjetiva, global, intuitiva, de imágenes, emocional–, es lo contrario de la Percepción Racional –objetiva estructurada en base al juicio, el contraste, la lógica, la razón–, que prevalece en el adulto. La Percepción Emocional es subjetiva, es decir, hacia el interior, lo que hace que cualquier impacto emocional que recibe el bebé o niñ@, sea gratificante o traumático, se hace propio.

Es este un concepto fundamental para la comprensión de la forma en que el bebé –en el útero y en su nacimiento– y el niño “sienten”. Para la comprensión de cómo percibe, procesa y almacena la información. Para la comprensión de lo que el bebé y el niño necesita para su equilibrio y armonía.

Pero, en el fondo, ¿qué importancia tienen la gestación, el nacimiento y los primeros años posteriores si ni siquiera nos acordamos de lo acontecido en esas épocas? Pues no sólo son importantes, sino fundamentales en el futuro de las personas.

El fenómeno de la analogía
En la gestación, el nacimiento y el período de primera infancia se forma el carácter, la forma más profunda de nuestra forma de ser. También quedan grabadas todas nuestras experiencias emocionales.

“Analogía” significa “relación de semejanza entre dos cosas parecidas”. Un ejemplo de percepción analógica es aquella que se produce cuando, al oler a incienso, nos vienen imágenes de nuestro viaje a la India o cuando escuchamos una determinada canción y en nuestra mente aparecen imágenes de aquél primer baile romántico. El proceso es automático, no consciente. De igual manera sucede con los impactos emocionales traumáticos que quedan almacenados junto a las circunstancias que lo rodean. Son cargas de profundidad con retardo, ocultas a nuestra mente consciente, dispuestas a estallar en situaciones “análogas”, semejantes, a lo largo de nuestra vida.

Se va construyendo una “Biografía Oculta”, con cargas emocionales beneficiosas o dañinas, dependiendo del signo e intensidad de los impactos. Ya de adultos, por una situación análoga (parecida o semejante), puede estallar alguna de esas cargas emocionales negativas, convirtiéndose en una Actualización Patológica o síntoma.

Lógicamente, esta Percepción Emocional del bebé y niñ@, esta constatación de las consecuencias en su presente y futuro, hace que debamos replantearnos aspectos de la gestación, el nacimiento y la educación infantil.

La gestación
Lo que siente la madre, lo siente su bebé. Y ya hemos visto cómo lo siente, cómo lo procesa, cómo le afecta ahora y en el futuro. ¿Qué podemos hacer para que este bebé se sienta feliz, aceptado, protegido, deseado, amado?

En primer lugar, la madre, debe procurar estar el mayor tiempo posible en un estado de tranquilidad, de paz, de relajación. En segundo lugar, ha de mantener una comunicación intensa, constante, con su bebé a través de sus pensamientos, de sus manos en el vientre. Para ello es también una gran herramienta la relajación y la visualización. Cuando entramos en relajación profunda, alcanzamos la percepción emocional, que es la percepción en que se encuentra el bebé. Es como si fuéramos moviendo el dial de una radio hasta encontrar la frecuencia de la emisora que deseamos escuchar. Sintonizamos con nuestro bebé y se produce una increíble comunicación entre madre y bebé y viceversa.

La madre debe intentar evitar estados emocionales negativos, como la tristeza, las preocupaciones intensas, el miedo, la angustia y el estado continuado de estrés. Debería replantearse, considerando lo anterior, todo lo referente al entorno laboral de la mujer embarazada. Hoy en día no sólo no se la apoya, sino que en muchas ocasiones se la discrimina. Falta comprensión de lo que supone la gestación para la madre, sus cambios fisiológicos, su mayor sensibilidad, su necesidad de tranquilidad, de sentirse respetada, apoyada en el proceso. Muchas mujeres embarazadas sufren de estrés durante su embarazo porque se les exige la misma dedicación o esfuerzo, o incluso más, que si no lo estuvieran. Hay suficientes estudios que demuestran el efecto negativo del estrés sobre el desarrollo del bebé. El riesgo de que los bebés cuyas madres han sufrido estrés durante el embarazo sean hiperactivos, tengan problemas de motricidad y déficit de atención es mucho mayor que en caso de bebés de madres no estresadas.

Los sentimientos y los estados de ánimo de las madres están vinculados a hormonas y neurotransmisores que viajan por el torrente sanguíneo y, a través de la placenta, llegan al cerebro en desarrollo del futuro bebé. Una exposición prolongada a las hormonas del estrés, incluidas la adrenalina y el cortisol, enseñan al cerebro en desarrollo a reaccionar según la modalidad de “huida o combate” a lo largo de toda la vida, aunque sea inadecuado. Por otra parte, el empeño de la madre en el amor y la alegría, inunda ese mismo cerebro en desarrollo con endorfinas y neurohormonas “positivas”, por ejemplo la oxitocina, que favorece una sensación sostenida de bienestar.

Las emociones e incluso los pensamientos de una madre afectan directamente la “configuración” de la mente. Tener un hijo es la más maravillosa de las experiencias y vale la pena vivirla en toda su intensidad, con todos nuestros sentidos abiertos, con toda su carga emocional, ya desde la gestación.

El papel del padre durante la gestación
El padre puede y debe ser más que un mero espectador en el embarazo de su pareja. Tiene dos funciones importantes. La primera, sabiendo que la madre necesita de un estado emocional equilibrado, debe hacer lo posible por que su pareja se sienta querida, acompañada, comprendida, apoyada, en su proceso de embarazo (incluida la satisfacción de los tradicionales antojos). La segunda, el inicio del vínculo afectivo con su hijo, poniendo sus manos en el vientre de la madre, hablándole, cantándole, jugando con él. Se ha comprobado que si el padre ha entablado esta relación con su hijo durante la gestación, el bebé nacido reconoce su voz entre la de otros hombres, reacciona con placer en sus brazos, se siente tranquilo con él. Por su parte, el padre, demuestra un instinto paterno afectivo muy superior a otros, que hasta ese momento, al tener en brazos a su hijo por primera vez, no habían tomado conciencia real de su paternidad.

“Nuestro primer hogar es el vientre materno. Nuestras primeras percepciones de un hogar cálido y amoroso nos acompañarán para siempre, constituirán una base sólida sobre la que crecer y desarrollarnos como seres humanos en armonía. De nuestra madre recibimos, a través del cordón umbilical, el oxígeno y los nutrientes necesarios para la vida. De sus pensamientos y sentimientos recibimos la semilla del amor, lista para germinar en cuanto nazcamos y estemos en sus brazos.”
 




El ambiente en el que se desarrollen los nueve meses de gestación es clave para el desarrollo emocional y social del pequeño.
¿Quién es la persona más importante en su vida?, es la pregunta que les hace Clara Sandoval, pediatra bioenergética, a las mamás de sus pequeños pacientes cuando llegan a consulta. En el 90 por ciento de los casos la respuesta es: “Mis hijos, mi mamá, mi esposo”. “Nadie puede ser más importante que uno mismo –señala la experta–, porque los hijos no podrán ser felices si tienen una mamá depresiva y llena de angustia”.
Desde que la mujer está embarazada, debe procurarse un ambiente en el que disfrute de su estado, debido a que todas las emociones que se generan en ella influyen directamente en el bebé en formación. Cuando llegan a consulta con los pediatras o sicólogos, los niños son de difícil manejo, rebeldes, con problemas de atención, hiperactividad o, incluso, deprimidos. Y, según la experta, muchas de estas alteraciones de conducta radican en las emociones que sintió la madre cuando se enteró del embarazo, durante los nueve meses o la lactancia. “Está científicamente comprobado que a los tres meses de gestación un niño está conectado con las emociones de su mamá”. Lo que ella siente y le transmite a su hijo será determinante en la infancia, la adolescencia y la adultez del pequeño.

Un ambiente tranquilo Sin embargo, tener un ambiente tranquilo es más sencillo decirlo que hacerlo. Incluso, intentar garantizarlo también puede ser motivo de ansiedad. De acuerdo con la experta, quienes rodean a la embarazada juegan un papel fundamental, debido a que es importante sentirse protegidas, ayudadas y cuidadas. “He conocido parejas con pocos recursos económicos que han criado a grandes seres humanos, pero también familias adineradas que no tienen tiempo para ver a sus hijos”, dice la pediatra bioenergética Clara Sandoval.

La intranquilidad la manifiestan los niños generalmente con alteraciones en el sueño o llanto incontrolado. Según el pediatra Víctor García, jefe de neonatología del Hospital La Samaritana, cuando un recién nacido llora con desesperación deben atenderse varios factores, que determinen su bienestar: si ha comido, si se sacaron los gases, si tiene sueño, demasiado calor o frío. Pero si el llanto continúa, es pertinente visitar al pediatra, quien descartará molestias que pueda sufrir el bebé; pocas veces se pensará en una causa emocional, dice el experto. Según la doctora Sandoval, cuando se han desechado las razones orgánicas se debe buscar en las emociones.

No te sorprendas si ya te sientes enamorada de tu bebé antes siquiera de conocerlo. Los futuros papás a menudo sienten una poderosa mezcla de emociones y anticipación, y estos sentimientos ayudan a crear el escenario para tu relación con el niño que va a nacer.

Cuando estás embarazada, tus poderosas hormonas de mamá también empiezan a formar la base de este vínculo afectivo con tu bebé. Estas hormonas se producen durante todo el embarazo y se vuelven más fuertes cada semana.

A medida que se va acercando la fecha prevista para el nacimiento, tu cerebro empieza a producir cantidades cada vez mayores de la hormona oxitocina, cuya función es la de despertar y fortalecer tus instintos maternales.

También conocida como la "hormona del amor", la oxitocina es la responsable de las actitudes más maternales en los animales, desde los monos hasta los ratones, como cuidar, acurrucar y limpiar al bebé.

En las mamás que están embarazadas, la principal función de la oxitocina es reducir el estrés y a la vez aumentar el deseo y la ilusión de prepararse para la llegada del bebé.

Esta hormona ha sido tema de muchos estudios científicos en los últimos años. Algunos estudios con animales sugieren que la oxitocina cumple un papel importantísimo en muchos de los comportamientos sociales, desde la crianza de los bebés hasta la formación de relaciones sólidas y duraderas.

Los animales que no producen oxitocina ignoran a sus crías y buscan diferentes parejas cada temporada. Los animales de especies que sí producen la hormona tienden a ser padres cuidadosos y a formar parejas duraderas. O sea que cuando tu organismo empieza a bombear más oxitocina durante el embarazo, es como si por tus venas estuviera circulando más amor.

Tu bebé también empieza a crear un fuerte vínculo afectivo contigo, incluso antes de nacer. Los estudios demuestran que su corazoncito late un poco más fuerte cuando escucha tu voz, cuyo sonido seguirá estimulándolo y reconfortándolo durante muchos años.

Si eres el papá, o una mamá o un papá adoptivo que está esperando la llegada de su bebé, o el papá o la mamá secundario en una pareja del mismo sexo, no sentirás los efectos de estos cambios hormonales ni del acercamiento físico que experimenta una mujer embarazada con su bebé desde antes del nacimiento. Pero no te preocupes, porque tu vínculo afectivo con tu hijito, como papá, no quedará perjudicado.

Los bebés, y también los niños más grandes, tienen la capacidad de formar fuertes vínculos con cualquier persona que los cuide y responda a sus necesidades físicas y emocionales. Según la teoría del apego (el principio psicológico básico que rige las relaciones humanas) las personas de todas las edades crean vínculos fuertes y profundos con otras personas que les proporcionan seguridad y apoyo.

La habilidad y el deseo de formar esta clase de uniones es algo que jamás perdemos, o sea que nunca es demasiado tarde para crear un vínculo afectivo con un niño, dice Carol Wilson, una psicóloga de Franklin & Marshall College en la ciudad de Lancaster, Pensilvania. "Cualquier persona que lo cuide puede convertirse en una figura muy querida y cercana", explica.

Tu bebé y tú: dos adictos al amor

Cuando estás de parto, a medida que las contracciones progresan, el flujo de oxitocina en tu cerebro y en tu sangre se va transformando en un torrente. Entre sus muchas funciones, esta hormona es la responsable de las contracciones uterinas y de empezar a estimular la producción de leche materna (funciona tan bien que los médicos a menudo les administran pitocina, que es una forma sintética de la oxitocina, a las mujeres a través de una sonda intravenosa para inducir el parto.)

Cuando tengas en brazos por primera vez a tu recién nacido, ya estarás prácticamente nadando en oxitocina. Esta poderosa hormona es capaz de echar a un lado la fatiga y el dolor del parto, y sustituirlos por una gran sensación de euforia y amor.

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