1. Una relación determinante
La relación con la madre es muy importante durante toda la infancia, pero sobre todo, en las primeras etapas de la vida del niño esta relación es crucial y determinante para su supervivencia, ya que depende física y psíquicamente de ella.
Después de haber pasado nueve meses en su interior, la unión permanece y no concibe su vida al margen de la madre, y es alrededor de los 6 meses cuando poco a poco irá descubriendo su independencia.
Cuando la madre llega con su hijo a casa tras el parto, le asaltan inseguridades, temores, surgen cada día dudas nuevas relacionadas con la salud del bebe, las comidas, el llanto, sueño, etc. En algunas madres hay mucho desconocimiento sobre como tratar al recién nacido. Ante esto, los padres deben tener en cuenta que es muy importante aprender a observarlo y conocerlo para que se produzca una buena comunicación con el niño, se desarrollen en él sentimientos de seguridad y confianza y sobre todo hay que intentar proporcionarle un buen desarrollo afectivo y psicológico.
2. La comunicación Aunque el bebe tiene muchas formas de comunicarse, a través del llanto, balbuceos, posturas, gestos, ...., ante la mirada de su madre se queda fascinado. Todo esto tiene que ir descubriéndolo la madre poco a poco ya que es fundamental para entender a su hijo y mejorar la comunicación con él.
Al principio, a muchas madres les cuesta entender a su bebe y no saben como tienen que tratarle en cada momento. Esto es algo que con el tiempo y paciencia se supera, lo importante es la naturalidad y saber esperar el tiempo prudente hasta alcanzar ese conocimiento mutuo, a partir de entonces todo será mucho más sencillo.
El bebe es capaz de reconocer a su madre a través del olfato y el oído, y la madre no debe nunca olvidar que la persona más querida para el niño es ella. La mayoría de las sonrisas son para la madre, y cuando esta está presente aumenta la actividad del niño, ya que está impaciente por estar a su lado.
En las primeras etapas del bebe es fundamental que sienta el apoyo materno. Este respaldo lo percibe a través de las miradas, las caricias, besos, abrazos... Por ello, la madre debe dedicar especial atención a ello.
3. Seguridad y confianza Los primeros días de vida son muy importantes para el niño y los padres, es un periodo de conocimiento, donde se establecen lazos afectivos, la seguridad para el niño depende de sus padres. En la medida en que tenga seguridad del cariño de los padres entre sí y hacia él, la confianza será mayor.
El niño pone en sus padres toda su confianza, si percibe que los padres le fallan, lo vivirá como un fracaso y en un futuro tendrá dificultades para confiar en los demás.
4. Afecto El vínculo afectivo más intenso es el que se genera entre la madre y el hijo, por ello es importante que se tenga mucho cuidado al respecto y no olvidar que los extremos no suelen ser nunca buenos.
Por lo tanto, tan perjudicial es para el equilibrio psicológico del niño que su madre sea excesivamente protectora como excesivamente independientes del niño, sin a penas, tener manifestaciones de cariño.
Por ello es muy importante que la madre esté bien informada y analice si la relación afectiva con su hijo es adecuada, ya que no sólo es importante querer, sino también, saber querer.
El bebe se ve a sí mismo como una parte de la madre, y además de ella lo recibe todo, de esta forma se va enriqueciendo la vida afectiva del niño.
El afecto es lo que va a facilitar el conocimiento mutuo y adaptarse el uno al otro
5. armonía familiar
Cuanto más equilibrado sea el ambiente familiar que rodea al niño, mayor armonía interior alcanzará.
Cuando la relación entre los padres no es buena y discuten con frecuencia, el niño lo percibe desde el primer momento y va a repercutir en su desarrollo psicológico.
En la familia es donde el niño aprende a amar a los demás y a sí mismo, todo va a depender del cariño y del amor que el niño perciba que se tienen sus padres. No hay que olvidar que los niños aprenden sobre todo por imitación, tienden a imitar las conductas de los demás, y especialmente, de las personas que son significativas para ellos, y en el caso de los niños los padres son, con diferencia los seres más queridos.
Es por tanto, muy importante que esta relación básica entre madre e hijo se desarrolle adecuadamente, ya que va a constituir la base de cómo serán las relaciones del niño con otras personas y con el mundo que le rodea.
Por consiguiente, la relación con la madre no se limita a cubrir las necesidades básicas, sino que también es primordial para la seguridad, bienestar y afectividad del niño.
VINCULO AFECTIVO MADRE-HIJO
El principal vínculo y el más persistente de todos es habitualmente el que se establece entre la madre y el niño, y se consolida como un vinculo afectivo cuando existe un amor reciproco entre el recién nacido y su madre. Este vínculo será la base sobre la cual se desarrollaran los demás vínculos que establecerá el ser humano con las demás personas a lo largo de vida.
Desde que el bebé está en el vientre, la madre empieza a relacionarse con el bebé, siente sus movimientos, sus pataditas, le habla y comienza a pensar y a crearse imágenes sobre él, posteriormente cuando el bebé nace, la madre tendrá la necesidad tenerlo en sus brazos, de contemplarlo, acariciarlo, mecerlo y protegerlo. El contacto corporal, el intercambio de miradas y sonrisas entre la madre y el bebé y todas las expresiones de afecto entre ambos son las que irán formando el vinculo madre-hijo.
¿Cómo se forma el vínculo afectivo madre-niño?
El vínculo se desarrolla como consecuencia de las repuestas de la madre ante las conductas innatas del niño. Desde que él nace, empieza a interactuar con la madre a través del contacto piel a piel, las miradas y la interacción entre ambos en el momento de la lactancia. El bebé empieza a reconocer y diferenciar a la persona que lo acompaña y lo cuida siempre, posteriormente mostrará preferencia por esa persona, estará contento con su compañía y se disgustará en su ausencia, éstas son las manifestaciones que indican el desarrollo del vínculo entre la madre y su hijo.
Importancia del vinculo afectivo madre-niño
Las investigaciones indican que un vínculo seguro entre la madre y el niño durante la infancia influye en su capacidad para establecer relaciones sanas a lo largo de su vida, cuando los primeros vínculos son fuertes y seguros la persona es capaz de establecer un buen ajuste social, por el contrario la separación emocional con la madre, la ausencia de afecto y cuidado puede provocar en el hijo una personalidad poco afectiva o desinterés social.
Según indican estas investigaciones, la baja autoestima, la vulnerabilidad al estrés y los problemas en las relaciones sociales están asociados con vínculos poco sólidos. Si las experiencias de vínculo han sido negativas y graves, el ser humano es más propenso a desarrollar trastornos psicopatológicos. Son las interacciones madre-niño las que influyen en el desarrollo socio-emocional y en la conducta actual y futura del menor.
Estableciendo un apego saludable madre-hijo
El apego es considerado como la búsqueda de compañía o proximidad de alguien, se forma a partir de experiencias de vinculación con la madre o persona que cuida al niño y es saludable si es que desde el nacimiento se establece un contacto directo con el bebé. Al mirarlo directamente y acariciarlo mientras está lactando, estamos brindándole experiencias positivas que van a consolidar una base segura en su desarrollo emocional.
La lactancia brinda un espacio de contacto íntimo entre la madre y el bebé, puesto que al succionar se estimula al pezón produciendo la prolactina, sustancia que estimulará a la vez las conductas maternales, el contacto corporal, el olor, la voz, las miradas, serán las primeras demostraciones de amor y de comunicación entre la madre y el bebé. Amamantar ofrece un espacio para el contacto íntimo y es una forma de compartir amor con el bebé. Es una relación sentimental basada en contacto, olor, sabor, miradas y el inicio de un diálogo que luego se producirá a través de las palabras. Por otro lado, la leche materna es especial, el cerebro se alimenta de nutrientes que consolidan el sistema inmunológico del recién nacido.
El tomar al bebé en brazos (holding) es otra expresión de apego. Este determina los procesos de maduración. Cumple esencialmente una función de protección contra todas las experiencias, a menudo angustiosas, que se siente desde el nacimiento, ya sean de naturaleza fisiológica, sensorial o las vivencias psíquicas del cuerpo.
Además de la manifestación de estas conductas, es necesario el establecimiento de la empatía entre los padres y el bebé, comprenderlo, sentir cuales son sus necesidades, cuándo está contento y cuándo está molesto, acudir a su llamado y sostenerlo en brazos hará que calme sus sensaciones de angustias de naturaleza psíquica o fisiológica.
expresiones del vinculo
La alimentación en la acción de amamantar, confluyen la necesidad de dar satisfacción a un deseo imperioso y la sensación de calidez y ternura que percibe en el regazo de la madre. El intercambio de miradas y sonrisas, el tacto delicado de la piel y toda la situación en conjunto le ayudan a sentirse querido. La alimentación está llena de contenidos de naturaleza afectiva, social, así como de connotaciones individuales y grupales.
El llanto del bebé es el primer lenguaje. El adulto tiene que llegar a comprender lo que quiere decir el llanto. Es muy importante para los padres aprender a distinguir los distintos llantos. Eso evitará tensiones en el adulto, que, con frecuencia, acaban transmitiéndose al bebé, complicando y llenando a menudo de temores las relaciones entre éste y el adulto.
El estado de vigilancia, a partir de los seis meses, el bebé se da cuenta de que el sueño es una especie de viaje durante el cual pierde contacto con el entorno inmediato y con los personajes más importantes para él. Justamente, alrededor de este momento se instala la angustia de separación, situada durante el octavo mes de vida. El pequeño se asusta de los extraños porque los ve como la no-mamá, es decir la ausencia de ella.
Las relaciones entre los adolescentes y sus padres suelen ser muy conflictivas. La mayoría de los padres de adolescentes se quejan de que estos no los escuchan, no les hacen caso, cambian constantemente de humor, nunca saben lo que quieren o no tienen ninguna disciplina.
En algunos casos la vida en la casa se convierte casi en una batalla campal diaria y muchos padres no saben qué hacer. Y mientras tanto la vida de toda la familia se va convirtiendo en un infierno con leves destellos periódicos de normalidad. Pero los padres no quieren solo esos oasis de tranquilidad, quieren que su vida vuelva a ser “normal”, como cuando no había un adolescente en la casa.
Hay soluciones
La buena noticia es que la adolescencia no es eterna. Esta etapa dura unos años y tras ella, el hijo o hija se convierte en un joven maduro, mucho más razonable y, casi siempre, otra vez próximo a sus padres. Pero también es cierto que los años de adolescencia de los hijos pueden ser una prueba muy dura para sus padres si estos no hacen algo para llevar bien las cosas y no consiguen mantener la calma.
Y otra buena noticia es que eso es posible y no demasiado complicado. Excepto en casos muy complejos de adolescentes con graves problemas de comportamiento, los padres pueden seguir una serie de pasos que mejorarán notablemente la vida en la casa.
¿Cuáles son las cualidades de una buena relación entre padres e hijos?
Los expertos coinciden en que las siguientes cualidades son las más importantes de una buena relación:
Respeto mutuo
Comprensión de los sentimientos del otro
Ser capaces de sentir confianza en el otro
Sentir preocupación por el bienestar del otro
Conocimiento del otro: lo que le gusta, lo que desea, lo que le agrada y lo que le desagrada
En una buena relación, los adolescentes muestran respeto, tienen en cuenta nuestros sentimientos, confían en nosotros, se preocupan por nosotros y se interesan por nuestra vida. Por supuesto, todas las relaciones deben ser recíprocas. Por lo tanto, en una buena relación entre padres e hijos, también debemos
Seis pasos para mejorar la relación con los hijos adolescentes
Pasa más tiempo con tu hijo adolescente. Incluso cuando las cosas van mal o todavía más en esos momentos, busca la forma de dedicarle más tiempo a tu hijo. Ya el simple hecho de que él o ella vea que te preocupas por conseguir momentos para compartir acabará consiguiendo que esos momentos sean cada vez mejores para ambos.
Ten claro que eres su madre o su padre pero no su amigo. Algunos padres de adolescentes creen que convirtiéndose en amigo de sus hijos solucionarán los problemas de relación. La realidad es la contraria, a pesar de que los adolescentes ya no son niños todavía necesitan, o quizá aún más, la presencia de la figura materna o paterna. Necesitan normas y necesitan disciplina, algo que un amigo no puede imponer. Por eso es importante que los padres mantengan su posición. Aunque eso no quiere decir que sean padres dictatoriales o excesivamente autoritarios. El diálogo suele dar mucho mejore resultado con los adolescentes que el autoritarismo.
No tomes todo lo que haga como algo personal. Eso les ocurre a muchos padres de adolescentes, están convencidos de que todo lo que estos hacen es para “fastidiarles” a ellos. Nada más lejos de la realidad. Los chicos y chicas no tienen como objetivo fastidiar a nadie pero están viviendo una etapa de sus vidas en la que necesitan una dosis de rebeldía y tienen que cuestionar la autoridad, es una de las características naturales del proceso de maduración. Si los padres consiguen ver las reacciones de sus hijos bajo este prisma es mucho más sencillo que sientan más tolerancia hacia las acciones de sus hijos.
Habla con él sobre las cosas que le interesan. Intenta saber todo lo que puedas sobre tu hijo, y encárgate de que él o ella sepan que estás informado. Charla con ellos de sus aficiones, sus amigos, la escuela. Mantén conversaciones sobre cuestiones importantes de su vida como su futuro, su sexualidad, su salud o sus amistades pero también dedícale un tiempo a las charlas intrascendentes que muchas veces te dirán más sobre tu hijo que las conversaciones más profundas.
Háblale de tus preocupaciones. Ten en cuenta que él debe saber cómo estás tú. Tus problemas o tus preocupaciones también le interesan. No tienes que cargarle con ellos pero sí puedes informarle para que así aprenda a madurar.
Introduce algunas pequeñas modificaciones en tu lenguaje. Es importante que entiendas que tu hijo adolescente ya no es un niño pequeño al que educas con órdenes. Tampoco es un adulto, eso es cierto, pero si en algunas cuestiones le tratas como si fuera un adulto eso le ayudará a empezar a serlo. Y una de las cuestiones que puede marcar la diferencia es el lenguaje que utilizas con él o ella. Por ejemplo, en vez de decirle “quiero que hagas” es más productivo “me gustaría que hagas” o “te agradecería que hicieras”. Procura utilizar menos la palabra “no” y más otras alternativas, como “preferiría” o “estaría bien”. Y recuerda que es importante que corrijas a tu hijo o hija cuando a tu entender ha hecho algo mal pero igual de importante es que busques motivos para felicitarle porque hace muchas cosas bien.
Relación fundamental para la estabilidad emocional de los niños
Desde muy pequeñito, incluso dentro del vientre materno, el bebé empieza a sentir los cuidados y cariños de su madre. Ella, a su vez, percibe sus movimientos, se lo imagina. Él, por su lado, escucha su voz y siente el cariño que su mamá le tiene. Con el nacimiento, ambos darán inicio a lo que se denomina vínculo afectivo entre la madre y el niño. Este vínculo es probablemente el más fuerte y duradero que el ser humano establece y se convertirá en la base de los próximos vínculos con otras personas.
Llamamos vínculo a aquella relación recíproca, afectuosa y fuerte entre dos personas. El niño pequeño va consolidando este vínculo con la madre al sentir que ella satisface sus necesidades, lo cuida, lo quiere y protege. A su vez, la mamá disfruta de su bebé al acariciarlo, sonreírle y cuidarlo, formándose así entre ellos una fuerte relación (apego).
El doctor Eduardo Hernández (2009) afirma que una relación sólida y saludable con la madre se asocia a una alta probabilidad de crear relaciones saludables con las demás personas, mientras que un pobre apego parece estar relacionado con problemas emocionales y conductuales durante toda la vida.
La relación vincular se consolida cuando la mamá es capaz de captar las señales que transmite el niño y responde a estas de forma apropiada. Debe ser sensible a los requerimientos de su hijo, participar con él, disfrutar de sus logros y alentarlo frente a sus dificultades. Esto brindará al niño sentimientos de confianza y seguridad, que formarán la base de una personalidad segura y sana.
Sin embargo, por falta de tiempo, el estrés, las demandas laborales, los distintos problemas, etc., muchas veces se descuidan aquellas señales que los niños transmiten, lo que genera en ellos sentimientos de desvalimiento e inseguridad.
La falta de solidez en la relación vincular con la madre puede generar en los hijos baja autoestima, dificultades en las relaciones sociales, fuertes temores, sentimientos de inseguridad y, sobre todo, dificultad para establecer nuevos vínculos con otras personas de la familia y de su entorno.
Es importante saber, entonces, que los vínculos afectivos se construyen. Para ello, es indispensable pasar tiempo junto a los hijos, generándoles un espacio en el que puedan experimentar protección, cuidado, cariño y seguridad en la madre.
Pautas para consolidar el vínculo madre-hijo con mayor solidez y fuerza:
1. Utilice las palabras para expresar el afecto que siente por su hijo, no lo dé por sobrentendido. El afecto se puede manifestar mediante palabras (halagos, reconocimientos), acciones (detalles, regalos, llamadas) y físicamente (abrazos, cariños, sonrisas).
2. Bríndele calidad de tiempo, es decir, busque compartir con su hijo momentos gratos en los cuales pueda transmitir mensajes positivos que mejoren las relaciones y la confianza entre ustedes.
3. Busque espacios para leerle cuentos, jugar, ver una película, salir al parque, mostrar interés en sus tareas escolares, rezar, etc.
4. Esté alerta para poder escuchar lo que su hijo necesita; aliéntelo frente a cualquier dificultad, temor o frustración.
5. Desarrolle empatía hacia su hijo, o sea, la capacidad de percibir cómo se siente y estar atento a sus necesidades afectivas. Muchas veces a través de los malos comportamientos los niños buscan “una mirada especial de sus padres”.
6. Fomente estilos democráticos, pero trate de establecer límites claros y evite ceder a todas las demandas del niño y evite que él la controle a usted; todo ello con amor y comprensión.
7. Busque comunicarse adecuadamente con su hijo; utilice un tono de voz tranquilo y calmado, sin gritos e insultos; no critique ni juzgue; más bien escuche, tratando de comprender qué sentimientos acompañan a lo que él trata de expresar.
Recuerde que las experiencias emocionales satisfactorias durante la infancia forman una base sólida para las relaciones saludables futuras.
¿Cómo establecer un vínculo sólido con cada uno de mis hijos si paso mucho tiempo fuera de casa por el trabajo y, al llegar, todos requieren mi atención?
Es cierto, las demandas laborales son un fuerte obstáculo para reafirmar el vínculo con nuestros hijos, y el problema se hace más complejo aún si los niños que requieren de nuestro apoyo y atención son de diferentes edades. Sin embargo, debemos buscar espacios de calidad para interrelacionarnos con ellos, según sus necesidades, gustos o preferencias. Para esto, por ejemplo, podríamos buscar una actividad familiar, como un juego de mesa, una bonita película, un paseo, etc., en la que se pueda compartir entre todos los miembros de la familia. Por lo menos algunas veces almorcemos o cenemos juntos. También puede acostar a los niños o de vez en cuando recogerlos del colegio. Lamentablemente no se puede delegar a otros completamente la función de transmitir atención y afecto a nuestros hijos.
Si por alguna razón la madre no estuviera presente, ¿algún otro miembro de la familia podría establecer una relación vincular con el niño sin dañarlo emocionalmente?
Sí, el apego puede establecerse con cualquier otra persona que le brinde al niño una relación afectiva de manera cálida y estable. El padre es también sumamente importante en la relación vincular con los hijos. Sin embargo, el rol de la madre es insustituible y de todos modos su falta generará una huella en el niño, aunque pueden existir otras figuras que compensen en buen grado esa ausencia al brindarle al niño relaciones seguras y satisfactorias.
Lo importante es considerar que, si bien el apego es fundamental en cualquier etapa del desarrollo, es durante la infancia cuando estas relaciones asumen un papel predominante, ya que lo que ocurra en esos años influirá de manera significativa en la personalidad del niño. Durante el embarazo es importante favorecer el desarrollo de los lazos afectivos entre el hijo, el padre y la madre. Esta técnica permite vivir una relación de ternura mientras el bebé se encuentra todavía en el útero de su madre.
Esta relación transforma la vivencia del embarazo y establece un contacto íntimo, gracias al cual los padres – la madre sobre todo – aprenden a acompañar activamente a su bebé guiándole hacia su entrada en el mundo durante el nacimiento. Este contacto afectivo debe continuarse tras su venida al mundo, para que su desarrollo afectivo se vea favorecido.
El acompañamiento se desarrolla durante el embarazo aumentando el bienestar de la madre, del niño y del padre, favorece la vivencia del nacimiento y se continúa durante el primer año de la vida, ayudando a la expansión del niño.
La conexión afectiva es la relación profunda y duradera que se desarrolla entre usted y su bebé durante sus primeros años de vida. La interacción intensa que se crea al conectarse y unirse afectivamente con su bebé los une y crea una relación única que forma el desarrollo de su bebé. Es algo que la motiva a usted a poner mucha atención a las necesidades de su bebé –a levantarse a la mitad de la noche para darle de comer a su hijo o hija, a darse cuenta de cuando un pañal mojado necesita ser cambiado, y descubrir qué significan los diferentes tipos de llanto de su bebé.
El proceso de conectarse y de establecer una relación afectiva sucede naturalmente al cuidar de su bebé. Sin embargo, no siempre es fácil o sin estrés. Al principio, es completamente normal el sentirse insegura, con miedo, o desconectada. Sea que usted siente una conexión inmediata con su bebé recién nacido o se tome un poquito de más tiempo, hay muchas cosas que usted puede hacer para comenzar a crear una conexión afectiva segura con su bebé.
¿Qué es la conexión afectiva?
La conexión afectiva es la relación única entre su bebé y usted como la persona principal que lo cuida. Esta relación de conexión instintiva los une a los dos asegurando que las necesidades de su bebé vulnerable e indefenso sean satisfechas. En los años 90, una explosión en el aprendizaje y una mayor difusión de información reveló el hecho de que esta relación única, la conexión afectiva, es una factor esencial en el desarrollo social, emocional, intelectual y físico de su bebé.
La calidad de la conexión afectiva varía. Una conexión segura le da a su bebé una base óptima para su vida: el anhelo de aprender, hábitos saludables, confianza y el tener consideración por los demás. Una relación afectiva insegura, una que no cumple con las necesidades de su bebé de sentirse seguro y comprendido, lleva hacia la confusión de si mismo, y a tener dificultades de aprendizaje y dificultades para relacionarse con los demás.
Embarazo
Se trata de la aplicación más conocida de la haptonomía, y en la que se acompaña a la pareja y a su bebé durante todo el proceso del embarazo y hasta que el niño adquiere la marcha autónoma. A veces se inicia antes de la concepción para preparar adecuadamente el terreno y tiene una acción preventiva sobre los trastornos del desarrollo y de la relación entre los padres y su hijo. En ningún caso se trata de una simple “preparación al parto”, ya que su proyecto y finalidad son mucho más amplios.
El acompañamiento pre- y postnatal favorece el desarrollo de los lazos afectivos entre el hijo, el padre y la madre. Les permite vivir una relación de ternura mientras el bebé se encuentra todavía en el útero de su madre.
Esta relación transforma la vivencia del embarazo y establece un contacto íntimo, gracias al cual los padres - y sobre todo la madre - aprenden a acompañar activamente a su bebé, guiándolo hacia su entrada en el mundo durante su nacimiento. Este acompañamiento dura todo el embarazo y colabora en el bienestar de la madre, del bebé y del padre, favorece la vivencia del nacimiento y se continúa durante el primer año de vida, ayudando al desarrollo del niño.
El acompañamiento prenatal no es una preparación al parto, pero ayuda a tener un parto natural: es una preparación a la acogida del bebé. Éste es acompañado, guiado y sostenido por su padre y su madre durante toda su vida intrauterina y durante el nacimiento.
Beneficios durante el embarazo
La elasticidad obtenida en las articulaciones, ligamentos y músculos, incluido el útero, contribuye a mejorar la estática de la embarazada, su bienestar y a disminuir las tensiones y molestias comunes del embarazo, desde varices, a lumbociáticas, etc.
Los intercambios metabólicos están facilitados, por lo que los retrasos de crecimiento intrauterino son más raros y las fibras uterinas se irritan menos, lo que supone una prevención de los partos prematuros. Sensibiliza a la madre con su útero o regazo, de forma que aprende a llevar bien a su hijo evitando posiciones incorrectas del bebé que complicarían el parto.
Una serie de mecimientos y reajustes pélvicos, practicados por el padre, colaboran al bienestar de la madre.
La haptonomía es totalmente incompatible con los métodos que tratan de modificar el tono muscular y la respiración, tales como el yoga, la sofrología, las técnicas respiratorias, etc. Éstos, por su carácter de aprendizaje y porque centran toda su atención sobre el control de la respiración constituyen un obstáculo al contacto afectivo con éste.
Parto
Este método deja a un lado los estimuladores de fetos o de bebés, tan de moda hoy en día: los profesionales que practican esta técnica piensan que cualquier tipo de “estimulación” puede suponer una manipulación de los dones y facultades de tu hijo.
La matrona favorece un nacimiento haptonómico en el que la madre, asistida por el padre, acompaña y guía afectivamente a su hijo en el camino hacia su entrada al mundo.
La matrona o el obstetra así formados, saben intervenir - si es preciso – de una forma adecuadamente adaptada al fin sirviéndose de aplicaciones haptoobstétricas específicamente desarrolladas para este cometido. Asimismo, están capacitados para resolver, aplicando la fenomenalidad haptonómica, los problemas propios del embarazo, parto y puerperio.
EL VÍNCULO MATERNO SE CREA EN EL ÚTERO
El vínculo entre la madre y su hijo se produce en el seno materno. A través de la comunicación entre el embrión y los tejidos del útero tienen lugar unos procesos durante los nueve meses de embarazo que permiten al futuro bebé vivir en el seno de su madre sin ser rechazado: se produce una tolerancia inmunológica por la que el embrión podrá alimentarse y sentir a través de su madre. Es el vínculo biológico, el antecedente al vínculo materno, al apego.
Beneficios durante el parto
Durante el parto, el bebé se coloca de forma adecuada, las contracciones son más eficaces y menos dolorosas, gracias a modificaciones en las secreciones hormonales de endorfinas y cortisol, y el bebé segurizado y dirigido por sus padres participa activamente en su nacimiento, se hace “nacer a sí mismo”, con lo que los períodos del parto se acortan.
En lugar de empujar para expulsar, la madre abre su base para acompañar a su hijo en el camino del parto, sin necesidad de bloquear la respiración, ni de realizar tensiones superfluas. El acompañamiento permite a la madre vivir la seguridad que implica su sentimiento de base, lo que le permite acompañar a su hijo, sosteniéndolo, en todas las circunstancias, a pesar del dolor o de la angustia, incluso cuando el parto debe ser finalizado mediante un acto técnico como una ventosa, un fórceps, unas espátulas o una cesárea.
Los efectos beneficiosos en el plano psicológico van desde la disminución de la ansiedad y de la angustia en la madre embarazada a la prevención de la depresión post-parto y otros cuadros de mayor gravedad. Incluso en los embarazos normales, puede haber momentos difíciles, en los que el acompañamiento haptonómico permite al niño manifestarse y ayudar a sus padres a superar esos momentos.
El resultado en los partos, es que la mayoría de los casos terminan siendo partos espontáneos, que no precisan de analgesia o anestesia, las cesáreas son excepcionales, así como la reanimación del recién nacido
EL VINCULO AFECTIVO es un proceso iniciado, como se señaló anteriormente, antes del nacimiento, y que es esencial para garantizar la futura salud mental del niño. Este proceso se centra en el afecto y cuidado que se recibe; es el producto de la activación de una serie de comportamientos tanto del niño como de la madre. Este proceso se centra en ele afecto y cuidado que se recibe; es el producto de la activación de una serie de comportamientos tanto del niño como de la madre. En su desarrollo el niño intenta a través de su comportamiento estar acerca de la madre, utilizando pautas de conducta
tales como succionar, aferrarse, seguir, sonreír, llamar y llorar. Esta búsqueda y necesidad de cercanía de la madre por parte del niño se conoce como CONDUCTA DE APEGO y la conducta de la madre que intenta mantener al hijo cerca se ha denominado CONDUCTA DE ATENCION. La conducta
El apego puede variar de un día para otro, de una hora a otra dependiendo de variables como el hambre, la fatiga, la enfermedad, la desdicha o cuando el bebé se siente alarmado. El vínculo afectivo se observa claramente formado durante el segundo año y sólo hacia el tercer año el niño es capaz de aceptar la ausencia temporal de la madre, ha adquirido confianza con otras personas en ambientes extraños. Es importante saber que la conducta de apego se encuentra acompañada de sentimientos profundos, de manera que la figura hacia la cual se dirige despierta AMOR en el niño; en presencia de esta persona se siente seguro; por lo tanto la sola posibilidad de perder la figura de apego le causa angustia, la pérdida real lo sume en el dolor y en ambos casos siente una ira profunda. El apego a la figura materna determina el desarrollo de la confianza que posteriormente el niño tendrá en los demás; tiene relación directa tanto en el desarrollo intelectual, en la formación de conceptos, en el razonamiento y en el pensamiento abstracto, como el lenguaje, las percepciones y los afectos. El apego íntimo a otras personas es el eje alrededor del cual gira nuestra vida, no sólo en la infancia sino también durante la adolescencia, la madurez y la vejez. De allí una persona extrae la fuerza, goza de la vida, y contribuye a que otras personas también lo hagan. Es esencial entonces que el niño experimente en los tres primeros años de su vida UNA RELACION AFECTUOSA, INTIMA Y CONTINUA CON SU MADRE en la que ambos sientan satisfacción y gozo
Este es el aspecto más importante de la lactancia materna, porque no hay nada más tranquilizador para el lactante que la suave tibieza del pecho y la seguridad del abrazo materno6, las demás ventajas existen y son muy importantes, pero pueden ser reemplazadas con más o menos facilidad: Su ventaja nutritiva puede ser sustituida casi al 100% con las leches de fórmula, sus ventajas inmunológicas serán en parte reemplazadas con el manejo adecuado de los programas de vacunación, el control de la enfermedad diarreica y al infección respiratoria aguda, las alergias y otitis serán tratadas en forma probablemente exitosa por el pediatra y en lo casos severos lo harán el alergista y otorrinolaringólogo, pero no sin secuelas. Obviamente la leche materna tiene más ventajas: la economía, la más rápida involución uterina, la menor frecuencia de cáncer del seno, la mayor comodidad, la temperatura adecuada y el construir un método anticonceptivo natural, son todos aspectos importantes, pero el PSICOAFECTIVO que marcará nuestro desarrollo y salud mental es definitivo y más importante, porque el amor, el arrullo, la voz cariñosa de la madre son totalmente irremplazables por el biberón. Este último permitirá alimentar al niño en ausencia de la madre e incluso obligará a muchos niños a tener que alimentarse solos, cuando la abuela, la tía o la vecina que los cuidan, requieren mucho tiempo para sus oficios domésticos y le coloquen el biberón sobre una almohadita, con grave riesgo de broncoaspiración íntima y de repercusiones muy profundas que se establece al darle el pecho materno.
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