lunes, 26 de mayo de 2014

Otros cambios frecuentes durante el embarazo

Durante el embarazo

Una mujer embarazada tiene como tarea gestar a un bebé que pueda crecer y con el tiempo reproducirse. Este es el fin último de la gestación. Para poder hacerlo la mujer desempeña tres funciones básicas durante el embarazo: nutrir, proteger y transportar a su cría. Estas necesidades van a seguir presentes para los bebés una vez nacidos y, por tanto, estas funciones continuarán posteriormente con la lactancia y la crianza. Los cambios que la mujer experimenta en su cuerpo durante el embarazo tienen por objetivo facilitarle la realización de estas funciones. Todos los cambios tienen un sentido y suponen una ventaja para la supervivencia de la especie o la supusieron en algún momento.
A veces, el pudor o los tabúes sociales nos impiden preguntar ciertas cosas, no sólo a los profesionales de la salud, si no tal vez también a nuestras hermanas o madres. Por eso te animamos a comentar con tus más allegadas todos estos cambios de los que apenas se habla y constatar que son frecuentes y normales.

Hiperventilación, mareo y bajada de tensión: La gestación requiere un aporte continuado de nutrientes y oxígeno a través de la placenta. Para ello aumentan los glóbulos rojos encargados del transporte del oxígeno y el volumen plasmático (lo que da lugar a la falsa anemia de la embarazada). El incremento sanguíneo supone un aumento del esfuerzo cardiaco y éste se traduce en un ligero incremento del tamaño cardiaco como el que se observa en personas sometidas a un entrenamiento físico intenso.
La mujer embarazada necesita aumentar el volumen respirado por minuto y esta hiperventilación puede provocar mareo y la característica respiración con profundos suspiros. Para garantizar que la sangre llegue sin problemas a la placenta se produce una disminución de las resistencias vasculares periféricas que provocan una disminución de la tensión arterial en el primer y segundo trimestre.
Necesidad de orinar con más frecuencia: El riñón es uno de los órganos que va a ver incrementada su actividad, además de aumentar su tamaño. Al aumentar el volumen sanguíneo, el riñón trabaja más. Por otra parte, el riñón tiene que filtrar el material de desecho de la madre, y el del feto. Además, durante el primer trimestre de embarazo, la vejiga queda aprisionada entre el útero que crece y el hueso púbico. Por eso uno de los primeros síntomas que notarás es que necesitas orinar con más frecuencia. Durante el segundo trimestre, el útero sale de la cavidad pélvica, por lo que encuentra más espacio y es posible que disminuyan tus visitas al baño. En cambio, en el tercer trimestre, tu vejiga se verá de pronto aprisionada por la cabeza del bebé, por lo que notarás nuevamente más ganas de orinar, aunque seguramente lo harás en pequeñas cantidades.
“Supe que estaba embarazada el mismo día de mi primera falta. Me desperté por la noche a hacer pis y eso no era normal… No aguanté y a las 5 a.m me hice el test, sabiendo que el resultado sería positivo. Y lo fue!!”
“El último trimestre me llegué incluso a enfadar con mi vejiga. No podía comprender como era posible tener que ir con tanta frecuencia al baño y no hacer más que cuatro gotas, era desesperante!!”
Sensibilidad olfativa: Casi todas las mujeres notan una sensibilidad en cuanto a olores durante su gestación. Seguramente has notado que hay ciertos olores que ahora te desagradan. El olor a pescado suele ser el más rechazado por las embarazadas, así como también el del café y ciertos productos de limpieza. Se cree que es un mecanismo que tiene el cuerpo para evitar sustancias que podrían ser nocivas durante la gestación. Escucha a tu cuerpo, él te dirá lo que necesita.
La forma en que el cuerpo metaboliza los nutrientes es distinta cuando estás embarazada. Así, durante la primera mitad del embarazo, el metabolismo de la mujer se vuelve “ahorrativo”, almacenando en forma de grasa las calorías consumidas. Los procesos se hacen más lentos, tanto los cognitivos como los digestivos, por eso en esta primera mitad del embarazo la mujer ve disminuidas sus energías: tiene más sueño, está más cansada, le cuesta más concentrarse… Piensa que todo esto son estrategias que tiene tu cuerpo para un mejor crecimiento de tu bebé.
Las hormonas placentarias son las responsables de todos los cambios en el aparato digestivo. Debes saber que estos síntomas, aunque molestos, son el modo que tiene tu cuerpo de asimilar los nutrientes de forma más eficaz.
Encías: El interior de la boca de las embarazadas también sufre cambios. Es muy común notar que las encías te sangran mucho más al cepillarte los dientes, esto se debe al aumento del flujo sanguíneo durante la gestación. No debes preocuparte a no ser que además, notes las encías muy inflamadas y te duelan. En ese caso puede tratarse de gingivitis, muy normal también en las embarazadas. Para prevenir la gingivitis, debes limpiar tu boca correctamente: cepillado de dientes y boca después de cada comida, enjuagues bucales e incluso una limpieza en el dentista. Si estás muy molesta no dejes de visitar al dentista y coméntale tus síntomas sin olvidar mencionarle tu embarazo. Es muy importante que el profesional sepa que estás embarazada.
Problemas odontológicos: El aumento del grado de acidez de la saliva aumenta la incidencia de caries y otros problemas odontológicos durante el embarazo. Un pH ácido es agresivo para el esmalte dental pero tiene la ventaja de ser letal para los microorganismos que se pueden introducir en la boca con la alimentación.
Sensibilidad en la boca y aumento de salivación: La salivación se incrementa para facilitar la digestión, que se vuelve más lenta durante el embarazo. Los vómitos que sufren algunas embarazas, al ser tan ácidos, hacen que la boca se vuelva mucho más sensible. Por último, respirar por la boca para aumentar el volumen respirado y en caso de congestión nasal que puede sufrir la mujer durante el embarazo, también afecta a la sensibilidad de la boca.
Nauseas y vómitos: Durante el primer trimestre es muy probable que sientas las famosas nauseas e incluso que vomites. Se cree que son las hormonas placentarias (gonadotropina coriónica humana y progesterona) las mayores responsables de estos molestos síntomas. Tu cuerpo está reaccionando a muchos cambios y tu aparato digestivo se vuelve más lento, además tu olfato se ha vuelto más sensible y descubre una gama de olores que pueden resultar molestos. Por lo general, estos síntomas suelen desaparecer pasado el primer trimestre aunque en algunas mujeres perduran durante el segundo y tercer trimestre. La sabiduría popular dice que ayuda el comer poca cantidad varias veces al día, escuchando lo que el cuerpo te pida en cada momento.
Un miedo muy común en aquellas mujeres que vomitan en estos primeros meses es el saber si le están pasando nutrientes suficientes a sus bebés. Numerosos estudios demuestran que madres con estos síntomas, paren hijos igual de sanos y con pesos semejantes a las que no los padecen o lo hacen en menor grado.
“Durante casi tres meses sentí nauseas por la mañana, pero se me pasaban cuando desayunaba. Lo peor era que de pronto había alimentos que no los quería ni ver, y otros que me sentaban mal. Cuando me paré a escuchar lo que me pedía el cuerpo, mejoré muchísimo.”
“Lo vomitaba todo. Absolutamente todo. Me preocupaba no estar pasándole nutrientes a mi bebé, pues todos se iban por el desagüe, pero mi matrona me explicó que el cuerpo es sabio y acumula lo necesario para el bebé”
Estreñimiento: La hormona progesterona hace los procesos digestivos más lentos, reduciendo el tono y la motilidad gastrointestinal. Además, a medida que crece tu bebé, tus intestinos se verán más aprisionados, dificultando el tránsito intestinal. Una dieta rica en fibra, vegetales y frutas (cuanto más crudos mejor) y beber mucho líquido puede ayudarte si estás estreñida. Si el problema persiste y además tienes dolores intestinales, no dejes de acudir a tu matrona. Ella sabrá ayudarte.
Acidez: otra de las consecuencias de las hormonas placentarias puede ser la acidez. Esto se debe, como hemos comentado, a la ralentización de los procesos digestivos y a la relajación de los músculos que intervienen en ellos, como ocurre con el anillo muscular que hay entre el esófago y el estómago. Esta relajación muscular hace que los ácidos del estómago y parte de la comida digerida refluyan hacia el esófago produciendo la llamada acidez. Es un síntoma que se acentúa en el último trimestre de embarazo, aunque muchas mujeres lo tienen también o sólo, al principio del mismo. Será tu cuerpo quien te vaya indicando qué alimentos y bebidas te causan acidez.

“No podía tomar nada demasiado industrial pues después me ardía el estómago.”


“A mí me venía bien tomar agua con gas antes y durante las comidas.”

Gases: La progesterona hace los procesos digestivos más lentos, porque reduce el tono y la motilidad gastrointestinal para permitir la absorción de los nutrientes de una forma más eficaz.
Estrías: Las estrías se producen como consecuencia de lesiones en la parte más profunda de la piel, en las fibras de colágeno y elastina. En un principio se manifiestan unas líneas rojizas que, más tarde, se tornarán de un color blanco-transparente.
Las estrías suelen aparecer en la adolescencia y el embarazo, así como en periodos de cambios bruscos de peso (y volumen). No son nocivas en ningún caso, aunque es algo que muchas embarazadas temen tener.   

¿Cómo prevenir su aparición? Encuestadas muchas mujeres, la conclusión a la que llegamos es que depende de cada mujer. Muchas comentan que se embadurnaban de buenas cremas anti-estrías durante todo el embarazo y aún así les salieron. Otras manifiestan que apenas se cuidaron y no les salió ni una. Perece ser que la genética juega un papel muy importante en esto, así como una alimentación rica en verduras, cereales y fruta, que hacen los tejidos más elásticos.
Varices y Hemorroides: Se producen por la dificultad de retorno que tiene la sangre que circula por las venas de los miembros inferiores y pélvicos. El útero comprime estos vasos a su paso por la pelvis, provocando que la sangre quede retenida y aumentando el tamaño de las venas. Las varices pueden aparecer tanto en las piernas como en la vulva. Las hemorroides son un tipo de varices situadas en el canal anal que pueden verse agravadas por el estreñimiento.
Aumento del olor vaginal: Muchas mujeres comentan que durante el embarazo notan que aumenta su olor vaginal. Esto se puede deber a varios motivos. Primero, hay que descartar, por supuesto, que sea algún tipo de infección, que suele venir con otros síntomas: picor, escozor, enrojecimiento de la vagina. Si temes que pueda ser infección, no dejes de acudir a tu matrona, pues ella te realizará o derivará las pruebas pertinentes.
Durante la gestación hay un aumento de las secreciones vaginales, y puede ser que notes tus braguitas más húmedas. Recuerda, además, que tu olfato está más sensible y puede ser que ahora percibas más el olor típico de tu vagina.
Durante el embarazo es normal tener pequeñas pérdidas de orina. Esto es debido a los cambios hormonales, las mucosas de nuestro cuerpo sufren una transformación y se esponjan. También, a medida que el bebé crece, va presionando nuestra vejiga, lo que además provoca que aumenten tus ganas de orinar. Esto es algo que no se puede evitar, pero puedes reforzar toda la musculatura practicando los ejercicios de Kegel que te explicamos aquí (enlace).
Además, hay ciertos alimentos que parece ser que irritan la vejiga, como son los cítricos, comidas muy condimentadas y/o picantes, bebidas gaseosas y cafeína. Si las necesidades de tu cuerpo te lo permiten, haz la prueba de eliminarlos de tu dieta y comprueba si hay mejoría.
“Le pregunté a mi matrona si era normal tener pérdidas de orina tan temprano, (apenas estaba de un mes) y me contestó que sí. Me quedé más tranquila, pero ahora creo que debería reforzar el suelo pélvico”
Un consejo: No uses desodorantes vaginales o abuses del jabón íntimo. La flora de tu vagina se puede ver alterada y ser más propensa a infecciones y hongos. Trata de usar braguitas de algodón y pantalones no muy apretados de material no sintético.
Aumento del olor corporal: Algunas mujeres embarazadas manifiestan que su sudor huele más. Esto se debe a la acción de las hormonas y a que nuestro olfato está más sensible. No hay nada de malo en ello, aunque si te incomoda, puedes ducharte más a menudo. Evita usar desodorantes antitranspirantes pues éstos obstruyen las glándulas sudoríparas. Algunas mujeres notan mejoría al retirar ciertos alimentos de su dieta, como el azúcar refinada, harinas blancas y otros alimentos procesados. Una dieta rica en vegetales, cereales y fruta, parece mejorar este problemilla.
Ronquidos: Durante la gestación, las mucosas del aparato respiratorio se esponjan, estrechando las vías respiratorias. Esto hace que muchas mujeres, sobretodo en su segundo y tercer trimestre de embarazo noten que han empezado a roncar


“Hacia el final del embarazo, mi chico me dijo que había empezado a roncar. Yo no me lo creía hasta que me grabó el sonido con el teléfono y tuve que aceptar que roncaba como una leona marina. Cuando nació el mayor, dejé de roncar, pero en este nuevo embarazo, he vuelto a las andadas”
Caídas: Durante el embarazo muchas mujeres se encuentran más inestables, llegando incluso a caerse. Durante el embarazo, tu cuerpo produce una hormona llamada relaxina, la cual se cree que ayuda a preparar al área del pubis y a la matriz para el nacimiento del bebé. La relaxina relaja los ligamentos de tu cuerpo haciéndote menos estable y más propensa a lesionarte. Por ello, es fácil estirarse de más o lesionarse algún músculo, especialmente en las articulaciones de tu pelvis, en la parte baja de tu espalda y en las rodillas.
Esto puede ocurrir por varios motivos: nuestro centro de gravedad cambia a media que progresa el embarazo, la elastina hace que nuestras articulaciones estén más flexibles, por lo que es más fácil caerse.
Importante: Muchas mujeres, tras caerse, temen que al bebé le haya podido pasar algo. Los profesionales a los que hemos preguntado nos comentan que el bebé está muy protegido dentro de la bolsa y rodeado de líquido amniótico. La caída debe ser muy importante para que al bebé llegue a sufrir un daño. Por suerte, nuestro instinto hace que protejamos nuestra tripa. La mujer debería ir al médico si nota un sangrado, un dolor agudo, pérdida de líquido amniótico o si está muy asustada por la salud de su bebé.
Libido: Durante el embarazo la libido también varía. Hay mujeres que comentan que durante todo su embarazo notaron que su libido había subido y otras que en cambio apenas tenían ganas de sexo. La mayoría cuentan que es hacia el final del embarazo dónde notaron la mayor subida. Muchas comentan que sus orgasmos son más placenteros. La evidencia científica demuestra que el sexo durante el embarazo es muy saludable. Varios de los hombres entrevistados comentan que durante el embarazo, ellas, perdieron el interés en el sexo.
“En el embarazo del primero, al principio, no me apetecía apenas hacer el amor… pero hacia el final… hasta me despertaba por las noches!! Por no molestar a mi chico, me iba a otra habitación y me masturbaba… era un necesidad”.
“Mi chico estuvo los 9 meses de embarazo sin tocarme un pelo, yo creía que le mataba… si yo estaba deseándolo día y noche”.
“Este es mi primer embarazo. La verdad es que no me apetece mucho acostarme con mi marido, pero admito que los orgasmos son fantásticos estando embarazada”.

Juan Dominguez el 19 de octubre
El embarazo es una etapa en la que no sólo el cuerpo de la mujer cambia. Además del ancho de su vientre, del tamaño de sus senos, sus emociones también pueden cambiar en minutos, sintiéndose feliz en un instante para luego sentirse triste, agotada y de mal humor
Según la etapa del embarazo en la que te encuentres, podrás experimentar una serie de transformaciones que seguro te afectarán un poco. Al cansancio, el aumento de peso, las náuseas y el dolor de espalda se le suman al malgenio, la ansiedad, la tristeza, la felicidad plena y el pánico absoluto.  Una montaña rusa que pueden enfrentarte a muchas cosas a las que no estabas acostumbrada.
Durante el embarazo, es normal que muchas mujeres presenten notorios cambios físicos y sicológicos. Estos son los más comunes en cada trimestre de la gestación:

Primer trimestre

El primer trimestre es determinante para la madre y el feto, estas son las alteraciones más frecuentes durante los primeros meses.
Cambios físicos:
Setenta por ciento de las mujeres en embarazo sufren náuseas y vómito especialmente en las mañanas, durante los primeros meses de gestación. Las causas parecen ser los cambios hormonales y los producidos en el sistema gastrointestinal, debidos a que el estómago digiere los alimentos de una manera distinta, a causa de la influencia de las hormonas del embarazo.
El agotamiento es una constante. La intensa actividad fisiológica que se lleva a cabo en el organismo de la gestante hacen que se alteren sus patrones normales de sueño. Lo ideal es que puedan tener períodos de descanso cada día. Esto no quiere decir que se vuelva sedentaria, por el contrario, el ejercicio moderado resulta indispensable durante el embarazo.
Aumenta la producción de sangre de la madre (hematopoyesis) que favorece el intercambio de nutrientes con el sistema sanguíneo del feto. Esta mayor producción de sangre, cerca a un litro o litro y medio más de lo normal, da a la mujer ese aspecto saludable tan típico.
La aréola, el área pigmentada que rodea al pezón, adquiere una coloración más oscura y por debajo de la piel aparece una red de líneas azuladas que suministra sangre a los senos, preparándolos para la lactancia.
Cambios sicológicos:
Durante el primer trimestre del embarazo es frecuente tener cambios bruscos de humor, esto se debe probablemente a los cambios hormonales que se están presentando. Algunas mujeres experimentan un sentimiento contradictorio respecto de la maternidad, a sus implicaciones desde todas las perspectivas (de pareja, de realización personal, familiares, sociales, laborales, económicas), incluso, cuando el embarazo ha sido planeado.
Lo más importante es no sentir culpa si en algún momento del embarazo se sintió rechazo hacia la nueva condición, es normal sentir temor. Estas inquietudes van desapareciendo a medida que avanzan los meses y la futura madre se adapta a su nuevo estado.

Segundo trimestre 

En este momento, la madre pasó del shock inicial por saber de su estado a una etapa más tranquila y optimista. Estos son algunos de los cambios que se presentan en esta etapa.
Cambios físicos:
 Durante este trimestre, es probable que la mujer empiece a sentir las pataditas de su bebé en el vientre, además que este se hace más notorio.  Además, podrá expulsar un poco de calostro de sus senos. Se suben aproximadamente 4 kilos y se pueden presentar molestias gástricas no graves. El útero ya no cabe en la pelvis y este  entra en contacto con la pared abdominal anterior desplazando los órganos internos.
Cambios sicológicos
La madre empieza a soñar con su bebé, se siente más feliz, fortalecida y mejor de ánimo, aunque en todo momento está sensible y emotiva, sobre todo con el tema de los niños. Durante este trimestre se conoce el sexo del bebé en camino, lo cual puede imprimir más felicidad en la futura mamá.  Los expertos consideran que esta es la mejor etapa de todo el embarazo. Aprovéchala.

Tercer trimestre

 Cambios físicos:
La madre puede subir otros 5 kilos de peso. Además, se siente muy cansada y con fuertes dolores de espalda. Aumenta la transpiración y las ganas de orinar. El vientre está en su máxima extensión y el útero ha aumentado hasta cien veces su tamaño. También, la madre puede presentar contracciones falsas de inminencia de parto, llamadas Braxton Hicks.
Cambios sicológicos
Aumenta la ansiedad ante la inminente llegada del bebé. La mujer puede presentar problemas de sueño. Se siente irritada por el peso aumentado durante todo el embarazo y con pocas ganas de tener relaciones sexuales.
Es recomendable descansar mucho en estos últimos meses del embarazo, pues ante la inminente llegada del bebé es probable que la madre pase muchas noches desvelada cuidando de su hijo, cosa que le significará problemas en el sueño y emocionalmente puede quebrarla. 

   
 

Dolor de espalda en el embarazo                      

 
   
Juan Dominguez el 11 de febrero
Una de las molestias más frecuentes en el embarazo es precisamente el dolor de espalda. Conoce las causas y la manera de combatir este importante dolor.

Además de los dolores de cabeza, las náuseas o la fatiga constante, el dolor de espalda es uno de los malestares más frecuentes de los que se quejan las mujeres embarazadas. Y aunque resulte fatigante y molesto,  el  dolor de espalda es normal en  el embarazo,  debido a la ganancia de peso durante el mismo, los cambios que sufre el cuerpo a la hora de alojar al bebé en el vientre materno  y a la falta de una postura correcta al momento de  pararse, sentarse, acostarse,  recoger objetos, etc.

Aunque algunas mujeres solo se quejan del dolor de espalda en los últimos meses del embarazo, otras pueden padecerlo desde las primeras semanas hasta después del parto.

Causas

Las causas más frecuentes del dolor de espalda en el embarazo son:
  • El esfuerzo de la espalda al soportar el peso extra del embarazo.
  • Desplazamiento del centro de gravedad del cuerpo hacia adelante.
  • Falta de ejercicio en el embarazo.
  • Tensión muscular causada por el estrés.  
  • Usar tacones o zapatos muy altos durante el embarazo.
  • Dormir mal o no tener un sueño reparador.

¿Qué hacer?

Si estás embarazada y no soportas el dolor de espalda, lo mejor es que en el próximo control le cuentes al médico sobre estas molestias. Es importante evitar el uso indiscriminado de analgésicos o la automedicación, pues sin querer podrías estar haciéndole daño al bebé o poniendo en peligro tu embarazo.
Otras de las claves para prevenir el dolor de espalda en el embarazo, son:
  • Haz ejercicio regularmente. Esto te ayudará a distensionar los músculos y evitar dolores no sólo en tu espalda, sino en todo el cuerpo.
  • Usa zapatos de tacón bajo, sobre todo en los últimos meses del embarazo. Esto te ayudará no sólo a evitar el dolor de espalda sino caídas y posibles lesiones.
  • A la hora de dormir, es mejor de lado, y con una almohada pequeña entre las piernas. Así favorecerás la circulación de la sangre y evitarás el dolor de espalda.
  • Evita cargar objetos pesados durante todo el embarazo. Pide ayuda para cargar objetos siempre que sea necesario.
  •  Mientras camines, mantén siempre la espalda recta y la cabeza erguida. Una buena postura es fundamental para evitar dolores y molestias en la espalda durante el embarazo.
  • Evita estar de pie por mucho tiempo. Descansa.
  • Cuando permanezcas sentada, haz que tus pies estén en un descansa pies o a una altura elevada del suelo. Mantén la espalda recta mientras estés sentada.

A medida que transcurre el embarazo se van produciendo cambios importantes en el cuerpo de la madre, algunos muy visibles, otros menos. Estas transformaciones anatómicas, químicas y fisiológicas sirven para proporcionar al futuro hijo los elementos indispensables para su desarrollo.
Cambios en el cuerpo de la mujer durante el embarazo
Además de aumentar de peso, las modificaciones más espectaculares que experimenta el cuerpo de la futura madre son el cambio del tamaño del útero y de los senos. Sin embargo, también se registran algunos cambios más discretos en los sistema circulatorio, respiratorio, urinario y digestivo.
Consulta cada uno de estos cambios que se dan en tu cuerpo:
Los cambios en el útero y los pechos de la embarazada son sin duda la transformación más visible que sufre el cuerpo de la mujer durante el embarazo.
El útero empieza a crecer desde el principio mismo del embarazo. Tiene mucho camino por recorrer, ya que en apenas nueve meses, su tamaño tiene que aumentar de 6,5 cm a 32-33 cm, su peso pasar de unos 50 o 60 g a más de 1 kg; , y su capacidad, de 2 o 3 mililitros a 4 o 5 litros.
Desde fuera, sólo notarás los cambios a partir del cuarto o quinto mes del embarazo, cuando tu vientre comience a hincharse considerablemente, pero, con sólo un mes o mes y medio, el médico ya  podrá, mediante la palpación, apreciar la transformación del  útero: de la inicial forma triangular ha pasado a sr redondo, se ha flexibilizado y ya ha alcanzado el tamaño de  una naranja.
Esta  evolución proseguirá a lo largo de los meses. Los órganos como el estomago, los intestinos y la vesícula se irán adaptando, mientras que la pared del vientre, elástica, se distenderá poco a poco. La figura  también cambiará y puede que el tronco se arquee, tirando hacia atrás los hombros para compensar el peso del abdomen.
Cambios en el cuerpo durante el embarazo:los pechosUno de los cambios que se producen en el cuerpo de la mujer durante el embarazo son los pechos ya que empiezan a hincharse y a aumentar de peso desde los primeros meses. Este desarrollo se acompaña a veces de picores y punzadas. Al cabo de pocas semanas los pezones sobresalen, la areola se oscurece, se abomba y aparecen pequeños bultos (los llamados tubérculos de Montgomery).
Las venas de los pechos, que suelen estar muy irrigados durante el embarazo, se hacen más visibles. En algunas ocasiones, a partir del cuarto mes, rezuma de los pezones un liquido amarillento y viscoso: se trata del calostro. Si tienes pensado dar de mamar al bebé cuando nazca, el calostro constituirá el primer alimento del bebé después del parto, ya que es rico en albúmina y vitaminas y la auténtica leche no aparece hasta tres o cuatro días después del nacimiento.
Si eres una de las mujeres que no notas ningún cambio significativo en el tamaño de tus pechos durante el embarazo, no te preocupes. Esto no tiene nada que ver con tu capacidad para tener un buen embarazo o para dar de mamar a tu futuro bebé.
El sistema circulatorio de la embarazada también sufre pequeñas transformaciones durante el embarazo, modificándose para adaptarse a la nueva vida que se va gestando. La misión de la sangre de la madre durante el embarazo es suministrar las sustancias necesarias para el desarrollo del feto y eliminar los desechos, utilizando como intermediario un órgano que se crea ex profeso durante el embarazo: la placenta
La sangre
Durante la gestación, todos los vasos sanguíneos se dilatan y el volumen de sangre materna aumenta en un litro y medio aproximadamente: pasa de  4 a 5 o 6 litros. Los glóbulos rojos quedan así disueltos en una mayor cantidad de plasma -parte liquida de la sangre. Como las necesidades de hierro aumentan, para prevenir una anemia por carencia de este elemento, se prescribe a la futura madre un suplemento durante el curso del embarazo.
Las venas
El crecimiento del útero dificulta a veces el retorno de la sangre desde los miembros inferiores hacia el corazón; las piernas tienen tendencia a hincharse y existe riesgo de aparición de varices. Si la vena cava inferior, que devuelve la sangre al corazón, queda comprimida por el útero, se pueden sufrir molestias, especialmente cuando se está acostada sobre la espalda. Para evitarlas, basta con desbloquear dicha vena: lo mejor es acostarse sobre el costado izquierdo, ya que la vena cava inferior pasa a la derecha del útero.
El pulso
La frecuencia cardiaca se acelera entre 10 y 15 latidos por minuto, incluso durante el sueño, y algo más en caso de que sean gemelos. Suele oscilar entre 60 y 90 latidos por minuto. El gasto cardiaco aumenta en un 30 0 un 50% desde el final del primer trimestre hasta el final del embarazo. El corazón late más deprisa porque tiene que bombear más sangre y todo el sistema cardiovascular se adapta a los esfuerzos adicionales que inevitablemente hay que realizar durante el embarazo.
La tensión arterial
La tensión arterial baja ligeramente durante los dos primeros trimestres del  embarazo porque los vasos sanguíneos están dilatados. Al acercarse el final del mismo, la tensión vuelve a sus valores anteriores (de antes del embarazo), pero no debe sobrepasar el valor 14/9.
El embarazo provoca cambios y transformaciones en prácticamente todos los sistemas de la madre: circulatorio, digestivo e incluso en la respiración.
A lo largo del embarazo es posible que notes que te cambia ligeramente el tono de la voz o que tienes ciertas dificultades para respirar por la nariz. Es normal. Las modificaciones hormonales debidas al embarazo a veces provocan una congestión pasajera de la mucosa de la  laringe, la tráquea y los bronquios.
Además, durante la última parte del embarazo, disminuyen el tono y la actividad de los músculos abdominales. El útero ha ido empujando poco a poco hacia arriba el músculo esencial de la respiración, el diafragma,  lo que reduce sus movimientos; la respiración pasa a ser alta o torácica.
Por otra parte, la madre también respira por su bebé, cuyos pulmones no funcionarán hasta el parto; en cada inspiración, hay que obtener entre un 10 y un 15% de aire más de lo normal sin acelerar la respiración. Esta hiperventilación tiene, además, la ventaja de beneficiar al feto ya que hace bajar la presión de dióxido de carbono.
El crecimiento del útero, impulsado por el crecimiento de tu bebé, es la transformación fundamental que provoca el resto de cambios en la mujer embarazada. Al ir aumentando de tamaño, el resto de órganos tienen que comprimirse para dejar espacio suficiente al feto, al líquido amniótico y a la placenta. Sin embargo, en el caso del sistema digestivo, es el efecto de las hormonas lo que más perturba su funcionamiento y el que normalmente provoca  ciertas molestias.
Boca
La secreción de saliva aumenta repentinamente al principio del embarazo. Las encías se vuelven más sensibles y sangran durante el cepillado. Los complementos de calcio, fósforo o flúor, que recomiendan algunos médicos de forma preventiva durante el embarazo, no protegen contra las caries dentales, que son, al parecer más frecuentes durante este periodo.
Por ello, hay que limitar el consumo de azúcar y seguir cepillándose los dientes tres veces al día después de las comidas. Es conveniente visitar con regularidad al dentista para que detecte y trate las caries durante la gestación. Si fuese necesario, se pueden efectuar radiografías dentales con ciertas precauciones. Recuerda que tener una buena dentadura garantiza una mejor digestión.
Esófago – estómago
Alrededor del cuarto mes de embarazo puede aparecer una sensación de ardor que surge del estómago y sube por el esófago hasta la garganta. Se trata de la pirosis, fenómeno que persistirá hasta el parto y que muchas veces se agrava cuando se está acostada. Se debe a un mal funcionamiento momentáneo del sistema que impide que los alimentos ingeridos retornen y vuelvan a subir.
Bajo la influencia de una hormona especialmente activa durante el embarazo, la progesterona, el estómago se vuelve más perezoso, menos tónico, y esto provoca a veces las náuseas que suelen tener algunas mujeres embarazadas. Los alimentos están más tiempo en el estómago, que se vacía con mayor lentitud; de ahí esa sensación inmediata de estar llena cuando se come.
Los intestinos
Al igual que el estómago y la vesícula biliar, los intestinos se distienden por efecto de la progesterona. El transito digestivo se ralentiza y puede generar una tendencia al estreñimiento que se puede combatir con una alimentación adaptada. Este inconveniente puede, no obstante, tener un aspecto positivo: la lentitud de la digestión favorece la absorción por parte del organismo de los elementos nutritivos de los alimentos.
El embarazo va acompañado de complejos procesos hormonales que permiten al organismo de la embarazada adaptarse a sus nuevas necesidades. Dos hormonas son las principales causantes de estos cambios: la progesterona y los estrógenos. Producidas por los ovarios cuando la mujer está en estado y por la placenta durante el embarazo, estas hormonas son esenciales en la vida sexual y genital de la mujer.
El equilibrio entre estas hormonas permite la implantación del huevo en el útero; también son estas hormonas las que garantizan la supervivencia del feto gracias a su acción sobre los músculos lisos, como el útero, que impide las contracciones uterinas durante el embarazo. La única hormona que sólo se segrega a lo largo del embarazo es la hormona gonadotropina coriónica, que interviene en el mantenimiento del cuerpo amarillo al principio del mismo. A lo largo de la gestación, entrarán en juego otras hormonas, como la prolactina, que activa la modificación de los pechos con vistas a la lactancia, y la oxitocina, bajo cuya influencia se desencadenara el parto.
La adaptación del metabolismo
Las transformaciones químicas que, durante el embarazo, permiten al organismo satisfacer las necesidades de energía, reparar y producir nuevos tejidos y elaborar sustancias vitales no son tan espectaculares como las mencionadas más arriba. Sin embargo, son fundamentales, tanto para la madre como para el futuro bebé. La alimenticios adquiere en este punto toda su importancia porque de ella dependen las aportaciones de calcio, proteínas, hierro, vitaminas, grasas, etc., que necesita el futuro hijo para pasar de un grupo de células a convertirse en un ser humano de mas de 3 kilos en el momento del parto. El agua, la sal, los lípidos (grasas), los azúcares y las proteínas se transforman para suministrar al feto los elementos nutritivos que puede asimilar su propio metabolismo.
Es posible que durante el embarazo experimentes posibles cambios de humor, como ponerte más sensible de lo normal, esto se debe a la acción de las hormonas. Son cuatro las hormonas responsables del cambio en nuestro organismo:
La hormona Gonadotropina coriónica humana (HCG) se produce solo en el embarazo. Los niveles de esta hormona que se encuentran en el plasma y la orina materna aumentan de forma drástica durante el primer trimestre y esto puede contribuir a provocar las nauseas y vómitos.
Lactógeno de la placenta humana (HPL) es la hormona que estimula las glándulas mamarias mientras se preparan para la lactancia. Esta hormona asegura el desarrollo correcto del feto.
Estrógeno: Este conjunto de hormonas estimulan el crecimiento del útero para apoyar el desarrollo del feto. Así mismo este grupo de hormonas es responsable del desarrollo de las características sexuales femeninas.
Progesterona: Esta hormona estimula el engrosamiento del recubrimiento del útero preparándolo para la implantación del embrión. También estimula el desarrollo de las glándulas mamarias en la producción de leche. Además ayuda al útero a relajarse para que no des a luz antes de tiempo.

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